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Investigar durante la crisis del coronavirus

Investigar durante la crisis del coronavirus

02/04/2020
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Mientras las calles están vacías, el silencio se impone y vemos pasar las horas lentamente confinados en nuestros hogares, muchos nos preguntaremos cómo está viviendo esta experiencia inédita cada uno de nosotros y cómo puede afectar este parón indeseado en el engranaje social. Son muchas las dudas que surgen al ver como el mundo presuntamente se detiene y se confina.

Pero dentro de cada hogar hay muchas personas que desempeñan sus trabajos con el mismo ahínco y tenacidad que aplicarían estando físicamente en su lugar habitual de trabajo. Por suerte, la investigación científica es uno de estos ejemplos.

Hoy, las instalaciones del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras acogen menos personal, solo investigadores necesarios para mantener las células y otros modelos experimentales vitales, así como ayudar en el combate contra el coronavirus. Un edificio de más de 10.000 m2 dedicados exclusivamente a la investigación de la leucemia y otras enfermedades oncológicas de la sangre está hoy un poco más silencioso.

Actualmente, la mayoría de los investigadores se conectan desde sus casas, acostumbrándose como todos al nuevo concepto imperante del teletrabajo, que antes muchos de nosotros teníamos como ajeno y ahora es nuestra realidad diaria.

Estamos acostumbrados a ver a un científico vestido con su bata blanca en un laboratorio, trabajando en la que llaman poyata (que se podría traducir como estantería o para un cocinero, su cocina) donde acumulan tubitos y maquinaria que no entendemos, pero que sabemos que su manipulación deriva de un profundo conocimiento de la materia. Líquidos, células, observación y experimentación son la base de lo que pensamos que rodea el día a día del investigador.

Y está claro que así es, pero a veces nos olvidamos de que, tras testear y experimentar, un científico debe hacer un trabajo menos atrayente a vista del lector, pero igualmente necesario y valioso. En ciencia se comenta que «no sabemos bien lo que decimos hasta que lo escribimos». Para ello el tiempo, la concentración y la reflexión son palabras clave para su pleno desarrollo.

El doctor Manel Esteller, director del Instituto Josep Carreras, nos explica cómo afecta la crisis sanitaria actual al trabajo diario. «Desde el Instituto continuamos nuestra investigación en unas condiciones distintas. La investigación no se ha detenido: una parte se mantiene como era antes, pero otra ha cambiado para adaptarse a estas circunstancias. Ahora mismo hay mucho más trabajo en análisis de datos biológicos y celulares de leucemias y linfomas para mejorar los diagnósticos y tratamientos actuales. El teletrabajo nos ayuda a acabar y dar forma a los resultados que hemos obtenido en la poyata y también nos sirve para reflexionar sobre los nuevos retos de salud».

Así pues, ante el confinamiento, viene el momento de la pausa para coger aire, concentrarse y dedicarse a la escritura, el arte que asociamos a voces literarias, pero que también forma parte del trabajo de un investigador. El laboratorio permanece vacío, pero en cada casa, el investigador sigue trabajando arduamente para reflejar en lo que llaman un paper (artículo científico) los resultados de su trabajo en laboratorio, de ese ensayo y error constante que permite el avance científico.

Asimismo, cuando el investigador manda su artículo a la revista donde quiere que se publique, hay unos “revisores”, eminencias de ese campo en concreto de investigación, que verifican el texto y piden al investigador comprobaciones sobre lo que ha expuesto para ultimar su validación antes de la publicación oficial.

La coordinación es esencial para el pleno desarrollo de la actividad científica. El Instituto Josep Carreras cuenta con tres campus interconectados (ICO-Germans Trias i Pujol-UAB, Clínic-UB y Sant Pau-UAB) y más de 34 grupos de investigación.

Para poder desarrollar de forma eficiente el trabajo, Esteller comenta que en el Instituto existen distintas comisiones de trabajo: la de seguridad y prevención laboral, la de igualdad, los comités de dirección, de manejos de los proyectos y transferencia tecnológica, de recursos humanos…además de los encuentros de cada laboratorio. «Cada jefe de un grupo de investigación está coordinado con su personal de investigación y cada grupo está en contacto directo conmigo a través de los diferentes canales de comunicación existentes. De este modo, la actividad del Instituto se está manteniendo a un nivel muy aceptable teniendo en cuenta las condiciones actuales».

El doctor Francesc Solé, coordinador del campus ICO- Germans Trias i Pujol del Instituto Josep Carreras, confirma las palabras de Esteller y añade «nuestro grupo de estudio de los síndromes mielodisplásicos está ahora revisando un artículo que deseamos sea publicado en una revista muy importante de hematología. Ahora es momento de hacer mucho trabajo delante del ordenador. También estamos involucrados en un proyecto europeo y, periódicamente, hacemos teleconferencias para ir avanzando. Por suerte este proyecto se basa en el análisis de muchas muestras de pacientes, lo que llamamos big data, y para ello solo se precisan bioinformáticos que puedan analizar esta información. En resumen, no paramos de trabajar, hemos cambiado el laboratorio, el centro de investigación por nuestras casas, teleconferencias, llamadas telefónicas y reuniones no presenciales».

El doctor Solé es también el coordinador del banco de muestras de pacientes afectos de leucemia, y desde su casa coordina que cuando llega una muestra, ésta sea procesada y se guarde en los congeladores para ser usada más adelante en un proyecto de investigación.

El doctor Francesc Solé

En paralelo, el doctor Pablo Menéndez, coordinador del Campus Clínic-UB del Instituto Josep Carreras, informa que el acceso al laboratorio (ubicado en la Facultad de Medicina de la Universitat de Barcelona) está cerrado. «Tenemos permiso para poder controlar células en cultivo, pero muy puntual. Hemos ofrecido al hospital el material que utilizamos normalmente en laboratorio: guantes, mascarillas, batas, patucos, al igual que han hecho los compañeros de los otros campus. Trabajamos desde casa en becas europeas que tienen unos plazos de entrega que cumplir, publicaciones que requieren tiempo y dedicación para escribir y ahora vemos que éste es el momento ideal para hacerlo. Esta situación que vivimos nos tiene que servir para pensar, reflexionar y poner el orden que el día a día a veces no nos permite».

El doctor Pablo Menéndez

El Instituto Josep Carreras dispone además de unas plataformas tecnológicas que utilizan tanto los equipos del mismo Instituto como aquellos externos que lo puedan precisar para sus investigaciones. El doctor Solé añade «queremos que estas plataformas estén acreditadas según la normativa ISO y un paso muy importante es preparar lo que se denomina PNT (Procedimientos Normalizados de Trabajo) que sería como escribir la receta de cocina muy detallada, primer paso fundamental para luego poder ser acreditados. Y estos momentos de confinamiento son perfectos para poder trabajar en estos procedimientos».

Todos los investigadores saben que, tras este confinamiento, el mundo seguirá adelante. Volverán las prisas, los deadline, los congresos, las ponencias. La poyata del laboratorio se llenará de nuevo de muestras para estudiar.

Esteller está seguro de que con esta crisis aprenderemos muchas cosas como son valorar el teletrabajo o darnos cuenta de que la coordinación no presencial también nos permite hacer mucho trabajo, pero como remarca «lo más importante es darnos cuenta de que la investigación es la clave. Sin ella, no solo no curaremos todas las leucemias y linfomas, que es el objetivo de nuestro Instituto, sino que otros retos de salud tan urgentes como la infección por el COVID-19 no serán asumibles».

La investigación científica puede tener varias caras, procesos y maneras de trabajar, pero persigue un único objetivo: la curación de la enfermedad.

Vull estar al dia de la lluita contra la leucèmia