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Creación

El Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras, centro CERCA de la Generalitat de Catalunya, se constituyó en el año 2010 con el objetivo de impulsar la investigación biomédica y el desarrollo de la medicina personalizada de las hemopatías malignes y, especialmente, de la leucemia.

Se trata de un centro sin precedentes que, con el trabajo y rigor de investigadores/as de todo el mundo, utiliza las tecnologías más innovadoras para intentar ganarle la partida a la leucemia y las demás hemopatías malignas.

Tres grandes fuerzas están en el núcleo de la creación del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras:

En primer lugar, la voluntad del Sr. Josep Carreras, su familia y la Fundación que lleva su nombre de perpetuar la lucha iniciada en 1988 con el objetivo de erradicar la leucemia.

El afán de la administración pública por consolidar nuestro país como un espacio pionero en biotecnología y biomedicina. La Generalitat de Catalunya se comprometió desde su fundación a una aportación anual suficiente para garantizar el funcionamiento del centro.

También era imprescindible valorar el excelente nivel científico ya existente en el entorno catalán y concretamente en el campo de la hematología. El Instituto da continuidad a la excelente labor desarrollada por la histórica Escuela de Hematología Farreras-Valentí.

El Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras es el primer centro de Europa y uno de los pocos del mundo, focalizado exclusivamente en fomentar la investigación sobre las hemopatías malignas.

El Instituto dispone de cinco campus independientes y coordinados: Campus Hospital Clínic-UB, Campus Sant Pau, Campus Can Ruti, Campus Mar y Campus Trueta. Los laboratorios en esos campus clínicos nos permiten colaborar estrechamente con clínicos de los cinco hospitales asociados: Hospital Clínic, Hospital de Sant Pau, Hospital Germans Trias i Pujol, Hospital del Mar y Hospital Josep Trueta.

¿Por qué un instituto de investigación focalizado en la leucemia y otras hemopatías malignas?

Porque podemos conseguir la curación definitiva

Las leucemias, junto con otras hemopatías malignas, son uno de los retos más importantes en el estudio y tratamiento de los cánceres de la especie humana. De hecho, han representado y continúan representado un modelo de cáncer curable. No es extraño, pues, que los dos cánceres que en el momento actual son curables en una gran proporción de enfermos sean la leucemia linfoblástica aguda (LLA) infantil y el linfoma de Hodgkin. 
Aunque los subtipos de leucemia son muy numerosos, cada vez se están desarrollando nuevos métodos para perfeccionar esta clasificación y, por consiguiente, establecer tratamientos nuevos y menos invasivos. Éste es uno de los objetivos que persigue el Instituto Josep Carreras ya que, dicho de manera coloquial, conociendo a fondo los nombres y apellidos de la enfermedad conseguiremos progresar en su tratamiento diferenciado.

Porque podemos conseguir la curación definitiva

Uno de los factores que cobran importancia a la hora de plantear un instituto de investigación específicamente centrado en las hemopatías malignas es la incidencia de éstas en la población general. La incidencia de la leucemia aguda supone unos 6.000 nuevos casos anuales en España. 

Por otra parte, otras hemopatías malignas como los linfomas o los mielomas afectan respectivamente a 10.000 y 3.000 nuevos pacientes cada año en nuestro país. Finalmente, es importante tener en cuenta que la leucemia es el cáncer infantil más frecuente, representando el 30% de los cánceres pediátricos.

Porque queremos acercar la investigación al paciente

La evolución de la hematología como área médica en nuestro país es otra de las explicaciones que podríamos ofrecer para respaldar la necesidad de la creación del instituto.
La hematología es una de las especialidades de la medicina que ha tenido un desarrollo espectacular tanto a nivel clínico como básico. Si hay un área médica capaz de adaptarse y aprovechar los retos que supone la investigación traslacional, es la hematología. Necesitamos una investigación translacional: empezando por los estudios del ADN, la asistencia a la clínica del enfermo y los ensayos clínicos, y viceversa.

Porque contamos con buenos precedentes

Los avances conseguidos en los últimos años en el conocimiento de las diferentes hemopatías malignas también suponen una fantástica oportunidad.
Podríamos citar a modo de ejemplo la utilización de protocolos pediátricos en adultos jóvenes, la aplicación de los trasplantes de sangre de cordón umbilical y los trasplantes haploidénticos, o el uso de nuevos fármacos como el imatinib o el ácido retinoico en la leucemia mieloide crónica y la leucemia promielocítica aguda, respectivamente, subtipos de leucemia que antes tenían un pronóstico desfavorable.

Porque sabemos cómo hacerlo

El Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras se erige como el primer centro de Europa y uno de los pocos en el mundo focalizado exclusivamente en fomentar la investigación sobre las hemopatías malignas.
Las dimensiones del centro permiten optimizar la eficiencia de tal manera que los diversos grupos de trabajo dedicados a las diferentes líneas de investigación estén íntimamente interrelacionados.

Porque no nos rendiremos nunca

Finalmente, es fundamental destacar que Josep Carreras es un ejemplo de lucha y supervivencia.
Es una persona que ha dedicado su vida a alcanzar un gran reto: que la leucemia sea, algún día, una enfermedad curable para todos y en todos los casos y este Instituto ha nacido con la firme vocación de conseguirlo.

A pesar de todos los avances y la incesante investigación, todavía se ignoran las causas que provocan la leucemia y no se puede explicar aún de forma satisfactoria por qué ciertas personas contraen la enfermedad y otras no. Mediante el estudio de un elevado número de casos, se han llegado a identificar ciertos factores de riesgo que pueden favorecer la aparición de este trastorno como por ejemplo la exposición a grandes dosis de radiación de alta energía, algunas alteraciones genéticas o la exposición a ciertos agentes químicos durante largos períodos de tiempo, entre otros, pero en ningún momento se ha descubierto el origen concreto de esta enfermedad.

 

En algunos casos se han identificado nuevos tratamientos muy efectivos que prolongan la vida de los pacientes pero no curan. Nuestro reto es llegar a la base del problema: a las células afectadas. Si comprendemos el trastorno a nivel molecular podremos desarrollar nuevas terapias curativas. Éste es el objetivo que se consiguió en su momento mediante el trasplante de progenitores hematopoyéticos (médula ósea, sangre periférica y sangre de cordón umbilical), siendo aún en muchos casos el único tratamiento que puede curar.

 Cada día mejoran los índices de curación de muchos tipos de hemopatías malignas pero los pacientes pagan un precio muy alto. Muchos de los tratamientos a los que se someten son muy agresivos (quimioterapia, radioterapia…). Tenemos que conseguir curar a los pacientes con los mínimos efectos secundarios y secuelas posibles (trastornos endocrinos, esterilidad…).

 

Para progresar en el tratamiento diferenciado de cada enfermedad debemos conocer sus «nombres y apellidos». Sólo así podremos establecer tratamientos individualizados: dianas terapéuticas.

 

 

Para poder tomar decisiones más concretas en cuanto al tratamiento de los pacientes debemos seguir trabajando para conocer mejor la caracterización molecular de cada enfermedad. Por esta vía se puede identificar la enfermedad mínima residual tras el tratamiento realizado: saber exactamente hasta qué punto hemos erradicado la enfermedad y actuar en consecuencia.


Una de las líneas de investigación se dedicará a los estudios predictivos de la aparición de las enfermedades malignas de la sangre en base a las caracterizaciones genéticas de la población. Siempre es mejor ir por delante que por detrás de la enfermedad.



El problema no sólo reside en conocer mejor el desarrollo de cada enfermedad sino también en desarrollar el control sobre las complicaciones más habituales, ya que muchos pacientes acaban falleciendo debido a una complicación, muchas veces de tipo infeccioso, y no a la propia dolencia. Otra complicación habitual son las trombosis y hemorragias, frecuentes en los pacientes con hemopatías malignas.

A pesar de todos los avances y la incesante investigación, todavía se ignoran las causas que provocan la leucemia y no se puede explicar aún de forma satisfactoria por qué ciertas personas contraen la enfermedad y otras no. Mediante el estudio de un elevado número de casos, se han llegado a identificar ciertos factores de riesgo que pueden favorecer la aparición de este trastorno como por ejemplo la exposición a grandes dosis de radiación de alta energía, algunas alteraciones genéticas o la exposición a ciertos agentes químicos durante largos períodos de tiempo, entre otros, pero en ningún momento se ha descubierto el origen concreto de esta enfermedad.

En algunos casos se han identificado nuevos tratamientos muy efectivos que prolongan la vida de los pacientes pero no curan. Nuestro reto es llegar a la base del problema: a las células afectadas. Si comprendemos el trastorno a nivel molecular podremos desarrollar nuevas terapias curativas. Éste es el objetivo que se consiguió en su momento mediante el trasplante de progenitores hematopoyéticos (médula ósea, sangre periférica y sangre de cordón umbilical), siendo aún en muchos casos el único tratamiento que puede curar.

 Cada día mejoran los índices de curación de muchos tipos de hemopatías malignas pero los pacientes pagan un precio muy alto. Muchos de los tratamientos a los que se someten son muy agresivos (quimioterapia, radioterapia…). Tenemos que conseguir curar a los pacientes con los mínimos efectos secundarios y secuelas posibles (trastornos endocrinos, esterilidad…).

Para progresar en el tratamiento diferenciado de cada enfermedad debemos conocer sus «nombres y apellidos». Sólo así podremos establecer tratamientos individualizados: dianas terapéuticas.

Para poder tomar decisiones más concretas en cuanto al tratamiento de los pacientes debemos seguir trabajando para conocer mejor la caracterización molecular de cada enfermedad. Por esta vía se puede identificar la enfermedad mínima residual tras el tratamiento realizado: saber exactamente hasta qué punto hemos erradicado la enfermedad y actuar en consecuencia.

Una de las líneas de investigación se dedicará a los estudios predictivos de la aparición de las enfermedades malignas de la sangre en base a las caracterizaciones genéticas de la población. Siempre es mejor ir por delante que por detrás de la enfermedad.

El problema no sólo reside en conocer mejor el desarrollo de cada enfermedad sino también en desarrollar el control sobre las complicaciones más habituales, ya que muchos pacientes acaban falleciendo debido a una complicación, muchas veces de tipo infeccioso, y no a la propia dolencia. Otra complicación habitual son las trombosis y hemorragias, frecuentes en los pacientes con hemopatías malignas.

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