El duelo es un proceso, no un estado: grupos de duelo

Aunque somos muchos los que luchamos cada día para ser imparables, desgraciadamente la leucemia no es aún una enfermedad curable para todos y en todos los casos.  2 de cada 10 niños no superan la enfermedad y aproximadamente el 50% de los adultos.

El vacío que deja la pérdida de un ser querido es enorme y, a menudo, se hace muy difícil continuar hacia adelante. Hacerse a la idea, aceptarlo, pensar en el futuro, … incluso realizar las acciones más cotidianas cuesta mucho después de la pérdida de una persona importante para nosotr@s.

El duelo es un proceso, no un estado

El duelo tiene distintas etapas y requiere, sobre todo, de tiempo. Normalmente, los psicólogos y psiquiatras describen el proceso de duelo mediante las siguientes fases:

1. Fase de la negación

2. Fase de la ira

3. Fase de la negociación

4. Fase de la depresión

5. Fase de aceptación

Suele ser frecuente pasar por estas etapas, pero no necesariamente debemos pasar por todas y en este orden. Además, es posible que unas se mezclen con otras o se dilaten más en el tiempo. No hay un proceso de duelo “normal”, todos somos diferentes y vivimos la vida y la muerte de forma distinta.

Y precisamente porque somos distint@s, hay quien se encierra más en sí mismo durante el duelo, y hay quien hablar y compartir experiencias le ayuda a afrontar mejor esta etapa. En muchas ciudades de España existen grupos de duelo para compartir estos momentos e incluso, en algunas asociaciones, hay grupos de duelo en función de quien era la persona que nos ha dejado: un/a herman@, un/a hij@, la pareja, un/a amig@, etc.  

Algunos grupos de duelo son conducidos por terapeutas profesionales y otros por personas que han sufrido una pérdida y, voluntariamente, una vez superado el proceso de duelo, deciden utilizar su experiencia para ayudar a otras personas. En todos los casos se practica la escucha activa y respetuosa y en algunos, además, se complementa con técnicas de respiración o meditación.

A continuación, podéis encontrar algunas referencias de grupos de duelo en España*:

Organizaciones que están en varias ciudades de España y recursos online:

● Asociación Española contra el Cáncer

● Grupos de duelo Renacer en España: en Asturias, Barcelona, Vilanova i la Geltrú (Barcelona), Girona, Lloret de Mar (Girona), Córdoba, Galicia, San Sebastián, La Bañeza (León), Tafalla (Navarra), Pamplona, La Rioja, Dos Hermanas (Sevilla) y Zaragoza.

● Asociación Alma y Vida (Padres y madres en duelo): en Sevilla, Algeciras (Cádiz), Puertollano (Ciudad Real), Chiclana (Cádiz), Jaén y Córdoba.

● Apoyo en red (on line)

● Fundación Mario Losantos del Campo

 

Andalucía:

● Grupo de duelo Emucesa (Granada)

● Grupo de Trabajo de Psicología del Duelo y la Pérdida del Colegio de Psicología de Andalucía Occidental (CPAO)  

● Asociación Alma y Vida (Padres y madres en duelo): en Sevilla, Algeciras (Cádiz), Chiclana (Cádiz), Jaén y Córdoba.

 

Aragón:

● ASPANOA (atención y apoyo en el duelo en casos de niños con cáncer)

● Grupo de apoyo al duelo Monzón (Monzón)

● Asociación Aragonesa Madres y mujeres Arco Iris

● Grupo de duelo Renacer (Zaragoza)

 

Asturias:

● Asociación Galbán (atención y apoyo en el duelo en casos de niños con cáncer)

 

Baleares:

● ASPANOB (atención y apoyo en el duelo en casos de niños con cáncer)

● Asociación de ayuda al duelo Decir Adiós (Ibiza y Formentera)

● Associació Lligams (Menorca)

 

Catalunya:

● AFANOC (atención y apoyo en el duelo en casos de niños con cáncer)

● Associació Suport i Companyia (Barcelona) (atención y apoyo en el duelo en casos de pacientes hematológicos)

● Fundació Roses contra el Càncer (Roses)

● Oncolliga Barcelona

● Oncovallès (Vallès Oriental)

● Villassar de Dalt contra el Càncer

● Oncolliga Girona

● Grups de dol AVES (Barcelona)

● Servei de Suport al Dol (Girona)

● Associació Ca n’Eva (Terrassa)

● Grup d’acompanyament al dol de Lleida (Lleida)

● Lliga contra el Càncer de Tarragona

● Grup de Suport al dol de Sabadell

● Renèixer Girona (para padres que han perdido un hijo)

 

Castilla la Mancha:

● AFANION (atención y apoyo en el duelo en casos de niños con cáncer)

● Duelo Albacete Talitha (Albacete)

● Asociación Alma y Vida Puertollano (Ciudad Real)

 

Castilla y León:

● PYFANO (atención y apoyo en el duelo en casos de niños con cáncer)

● Grupos de duelo Renacer La Bañeza (León)

 

Comunidad Valenciana:

● ASPANION (atención y apoyo en el duelo en casos de niños con cáncer)

● Instituto de Duelo Alicante

● Asociación Valenciana de Apoyo al Duelo Caminar (Valencia)

● Associació Petjada (Castelló)

 

Extremadura

● Asociación A por Ellos

 

Islas Canarias

● ACODUEL (Las Palmas de Gran Canaria)

● Grupo de Duelo ‘Para siempre en el corazón’ (Tenerife)

● Asociación Acompañar (Lanzarote)

● Grupo de ayuda mutua para padres y madres en duelo (Gran Canaria)

● Grupo de ayuda mutua para personas en duelo por la muerte de un ser querido (La Palma)

 

La Rioja

● FARO (grupo de duelo para padres de niños con cáncer)

 

Madrid:

● Fundación Aladina (grupo de duelo para padres de niños con cáncer)

● Fundación Alaia

● Asociación de mutua ayuda ante el duelo

● Fundación Mario Losantos del Campo

● Centro de escucha San Camilo

● Luto en colores

 

Murcia:

● Asociación Amanecer

 

Navarra

● Asociación Goizargi (Pamplona)

● Grupos de duelo Renacer (Tafalla)

 

País Vasco:

● Juneren Egoak (grupo de duelo para padres de niños con cáncer en Guipúzcoa)

● Izargi (San Sebastián)

● Asociación Krisalida de Ayuda al duelo (Bilbao)

● Grupo de duelo Renacer (San Sebastián)

● Bidegin

● Asociación Orúmar (Vitoria)

 

* La Fundación ha recopilado estos datos con el fin de ofrecer direcciones de utilidad para las personas que están buscando un acompañamiento a su proceso de duelo. No conocemos a tod@s las entidades. Esta lista constituye simplemente un recurso meramente informativo.

Mi hermano tiene cáncer

“Tu hermano está malito” o “Tu hermano tiene cáncer”. Estas dos frases pueden anunciar lo mismo, pero entre ellas puede haber varios años de diferencia.

Cuando en la familia hay un niño enfermo de leucemia (o de cualquier cáncer) y se tiene que dar a conocer la noticia a otr@ u otr@s hermanos, la manera cómo se articula en mensaje es muy importante. Así lo afirma la Dra. Anna Barata, psicooncóloga e investigadora en el Moffit Cancer Center de Miami (Estados Unidos) y colaboradora del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras: “Es fundamental utilizar palabras que los niños entiendan.  Con un lenguaje adaptado a su edad. Hablar, si hace falta, a través de dibujos, cuentos, historias y con palabras que ellos puedan asimilar”. Por lo tanto, la noticia no se trasmitirá del mismo modo si el receptor es un niño pequeño o si estamos hablando con un adolescente.

Esta hipótesis también está avalada por la American Cancer Society, en diferentes artículos de esta organización (recogidos abajo del artículo) se recoge que niños de distintas edades presentan diferentes capacidades de comprensión. Para esta organización, cuando hay una noticia de este tipo en el seno de una familia y hay menores de 3 años, se aconseja tener el máximo contacto posible con ellos. Así como evitar, hasta que la rutina se normalice, actividades importantes de su desarrollo como, por ejemplo, enseñarles a usar el inodoro, cambios de cuna a cama, etc…

En el caso de los niños de entre 3 y 5 años, que ya empiezan a saber qué significa no encontrarse bien, lo mejor es ofrecer explicaciones simples y directas tipo: “Tu hermano está enfermo y los médicos lo están ayudando”. Se aconseja seguir poniendo límites sobre el comportamiento como se hacía antes de la llegada de la enfermedad a la familia, procurar la involucración del niñ@ en diferentes actividades y tomar tiempo para explicarle que nada de lo que haya hecho ha provocado la enfermedad de su hermano, un pensamiento que puede ser habitual en algunas edades.

Así mismo, cuando los niñ@s tienen entre 6 y 12 años, en la llamada ‘Edad de los porqués’, se recomienda no obviar las preguntas y decir la verdad incluso a cuestiones incómodas. Así como explicarle que el sufrimiento y la tristeza son normales en una situación de ese tipo y fomentar los tiempos de recreación para que el niñ@ se pueda explayar y distraer.

En el caso que la noticia se tenga que compartir a hijos adolescentes, se aconseja incluso hablar más allá de la propia enfermedad y poder indagar en los sentimientos del hermano y en cuestiones más espirituales. Esta etapa también es indicada para que el hermano, si quiere, pueda opinar sobre ciertas decisiones y ayudar en diferentes tareas a la familia, si así lo desea.

En lo que todos los expertos consultados parecen estar de acuerdo es que en ningún caso sería recomendable obviar la realidad y hacer ver que no sucede nada, ya que “los niños perciben que algo importante está sucediendo y pueden llegar a pensar que han hecho algo que no está bien”, afirma la Dra. Anna Barata.

Y llegados a este punto ¿quién tendría que dar la noticia? Barata aboga por que sea “el propio afectado o alguien muy cercano al menor”. La situación, el entorno y la cotidianidad van a cambiar así que es mejor que las personas más cercanas al niñ@ le informen de lo que está sucediendo. Como bien sucede con el entorno, seguramente el comportamiento del menor también se verá afectado y es algo que no se puede obviar, según fuentes de la American Society of Clinical Oncology. “Son niños que tienen que afrontar numerosas situaciones estresantes. En ocasiones pueden reaccionar enfadándose, aislándose, etc. Y hay que estar preparado para ello”, añade Barata.

A pesar de la vorágine que una situación de este tipo genera en la familia, los padres tienen que estar atentos a cómo reaccionan los menores a esta realidad y poderse remitir a profesionales en caso de que fuera necesario.

Gabriela, ex-paciente de leucemia a quien diagnosticaron la enfermedad recién nacida, y Claudia, su hermana de 3 años quien le donó médula ósea. Gabriela y Claudia son actualmente adolescentes y se encuentran perfectamente.

¿Cómo afecta el cáncer a los hermanos?

Más allá de las opiniones, no hay mejor forma de profundizar en la experiencia que supone ser hermano de un paciente que a través de sus propios testimonios. Cuando a Marc le diagnosticaron leucemia con 11 años, su hermano menor, Aleix, apenas tenía 6. Elías fue diagnosticado con 19 y su hermano Javi tenía 12.

Aleix y Javi han querido colaborar con su testimonio para arrojar luz sobre este asunto y ayudarnos a entender mejor cómo lo vivieron, cómo se sintieron y qué supuso el diagnóstico de sus hermanos en su vida.

No cabe duda de que, aún siendo adulto, es complejo gestionar y entender en un primer momento qué comporta un diagnóstico de cáncer, por lo que, ¿los niños son capaces de comprender que está pasando?

Aleix, a sus 6 añitos, no, aunque cómo él mismo nos cuenta “cuando iba pasando el tiempo ya me iban informando de qué se trataba. Porque ya era más mayor.” Javi era un poquito más mayor (12 años), pero también le fue difícil entender qué estaba pasando: “cuando mi hermano ingresó en el hospital por primera vez mi padre llamó a mi madre por teléfono para avisarla. Los dos nos pusimos a llorar, pero en ese momento no entendía muy bien por qué, no me dijo nada en ese momento. Pasaron algunos días, o semanas, hasta que un día en la habitación del hospital de mi hermano él me dijo que tenía cáncer. Yo, realmente, no comprendía exactamente lo que era, solo sabía que era una palabra muy fea porque, cuando hablabas de ello, la cara de la gente se ponía muy seria”.

  • Marc y Aleix - hermanos

De izquierda a derecha, Marc junto a su hermano Aleix en una foto reciente.

Sin embargo, y aunque no acababan de ser conscientes de qué estaba sucediendo concretamente, como ellos mismos nos cuentan, su día a día, de repente, había cambiado: “todos los días mis padres iban al hospital y yo me tenía que quedar la mayoría de veces con mis abuelos” nos cuenta Aleix, algo muy parecido a lo que también vivió Javi: “la gente estaba más pendiente de mi hermano, mi abuela se vino a vivir conmigo porque mis padres pasaban mucho tiempo en el hospital con él, y alguien tenía que cuidarme”.

Y ambos coinciden no solo en cómo cambiaron sus vidas, sino en la importancia que cobraron la figura de los abuelos en el proceso de la enfermedad. También coinciden en que, si bien es cierto que sintieron que sus padres les mantuvieron al tanto de la situación y no percibieron que les ocultaran información, todas sus dudas no se acaban de disipar.

Aleix ahora tiene 15 años, y Javi acaba de cumplir 22. Ha pasado mucho tiempo, y, haciendo retrospectiva, les hemos pedido que pongan palabras a lo que sintieron durante aquella época: “era una mezcla de miedo y tristeza” nos cuenta el hermano de Marc, mientras que el hermano de Elías transmite que “sentí mucha incertidumbre, no entendía la situación, ni por qué estaba pasando”.

¿Cambia la relación entre los hermanos tras el diagnóstico? Cada caso es un mundo, y hay muchos factores que influyen para poder dar una respuesta generalizada a esta pregunta. Sin embargo, tanto Aleix como Javi, nos cuentan que sí, y hacen referencia a un mismo aspecto en sus experiencias: la ausencia. “Por culpa de la enfermedad estaba muchísimo menos con mi hermano y me sentía triste por no estar con él y que hubiese cambiado todo”, confiesa Aleix, a la que vez que Javi apunta: “no nos veíamos tanto porque, para mí, ir al hospital era muy difícil, era un lugar al que no me gustaba mucho ir. Fue un cambio muy repentino, porque pasé de estar siempre con él y mis padres a verle más bien poco”.

A ambos les hemos preguntado, ahora que son más mayores y tienen la capacidad de valorar todo lo que sucedió con perspectiva, si consideran que sus padres podrían haber gestionado la situación de una forma mejor, y, curiosamente (o no), ambos coinciden en que sintieron que sus progenitores estuvieron a la altura y lo hicieron lo mejor que se puede hacer dentro de la complejidad de la circunstancia.

  • Javi - hermano Elías

Javi, hermano de Elías, en una foto actual.

Pero, como casi siempre, era imposible que ambos casos fueran calcados y es que cada vivencia es un mundo. Tras preguntarles si precisaron de apoyo emocional profesional hemos obtenido dos respuestas diferentes. Javi con cuenta: “es algo que nunca se me ha pasado por la cabeza, siempre me sentí arropado por todo el mundo, por mis padres, por los profesores, por mis amigos”, mientras que Aleix nos transmite que “iba a un psicólogo porque lo necesitaba y me ayudaba”.

Por lo tanto, queda claro que no existe una fórmula mágica ni estática para afrontar esta situación. El contexto es difícil para la persona diagnosticada, pero no lo es menos para los padres y los hermanos.

Aleix y Javi, además, han querido dejarnos un mensaje para todos aquellos hermanos de pacientes que ahora están pasando por lo que ellos vivieron. Aleix lo tiene claro: “les diría que en ningún momento tiren la toalla y sigan para adelante con más fuerza que nunca, porque si luchas por algo lo lograrás y a sus padres mucha fuerza y paciencia”.

Javi, por su parte, afirma: “le diría que tuviese mucha paciencia, cuando eres pequeño, sobre todo, no entiendes muchas cosas, aunque te las expliquen mil veces, y que se volcasen mucho con sus hermanos.

Cuando tu hermano tiene leucemia o una enfermedad similar tienes que estar preparado para recorrer un camino muy largo con toda tu familia y a veces puede ser pesado. Recuerdo que muchas veces quería que mi hermano y mis padres volvieran a casa para que pudiéramos estar todos juntos otra vez, y cuando lo hacían estábamos todos más contentos, pero era algo por lo que tenías que esperar mucho tiempo, no era algo que pasara a menudo, por eso la paciencia es algo fundamental. También les diría que se volcasen mucho con sus hermanos y pasaran mucho más tiempo con ellos porque te das cuenta de que el tiempo es algo fundamental.


A los padres no sabría que decirles mas que tengan mucha perseverancia porque mucha parte del peso recae sobre ellos, y sobre todo deben afrontarlo con mucha actitud. En parte recuerdo que no fue tan difícil para mí porque mis padres siempre lo afrontaron como una carrera de largo fondo en la que íbamos a ganar a la leucemia sí o sí.”

Perder a un hermano: el duelo

Sin embargo, y a pesar de que nos encantaría acabar este post aquí, no podemos ocultar que existe una circunstancia aún más delicada y difícil si cabe, porque, por desgracia la lucha contra la leucemia no siempre acaba en final feliz.

Antes de seguir queremos dar las gracias a Blanca, que ha querido colaborar y compartir su testimonio a pesar del dolor que le ha supuesto perder a su hermana Cristina, que no pudo superar la anemia de Fanconi ni la leucemia.

No queríamos olvidarnos de los hermanos y hermanas que tienen que lidiar con la otra cara de esta enfermedad, esa que nos anima a seguir trabajando cada día hasta conseguir que el 100% de los pacientes de leucemia y otros tipos de cáncer de la sangre se curen. Según la American Society of Clinical Oncology y Cancer.net, “a los hermanos adultos se los suele llamar “dolientes olvidados” porque su duelo suele quedar opacado por el de otros familiares, como los padres de la persona, cónyuge o hijos.”. Cuando hemos preguntado a Blanca por esta cuestión, nos ha contado una experiencia que deja poco lugar a dudas:

  • Blanca y Cristina - SCL 2020

Blanca, junto a su hermana Cristina.

“estoy totalmente de acuerdo, siempre he dicho que son los grandes olvidados. No solo los hermanos adultos, también los niños. Siempre que me preguntan por los hermanos pienso en Pablo, un niño que su hermano estaba ingresado en la habitación de al lado de la de mi hermana. Un día estábamos en la sala de juegos del hospital y una voluntaria estaba presentándonos a otra voluntaria nueva y dijo “Ella es la hermana de Cristina y él es hermano de …” y Pablo, con sólo 6 años, respondió “NO, yo soy Pablo y ella es Blanca.” Y con tono de `burla´ y expresión molesta, le dijo: “Hermano de, hermano de, hermano de…”, con estas respuestas lo dijo todo.

También es cierto que durante todo el proceso la mayoría de las personas preguntan por tu hermana, por tu madre… casi nadie por ti. De la misma manera que madres se desahogaban conmigo porque no era ni niña enferma ni madre, como si yo no sufriera. 

Sin embargo, también quiero decir que dentro de la situación tuve la suerte de cruzarme con personas que sí que tenían en cuenta a los hermanos y que fueron un apoyo fundamental para mí durante todo el proceso, especialmente una de sus doctoras, quien se volcó emocionalmente de una manera extraordinaria y sigue en contacto conmigo, y como no, mencionar a las enfermeras maravillosas que nos alegraban los días, siempre digo que vienen de otro planeta y jamás conoceré a un equipo tan humano.”

Además de esta invisibilidad que se padece, de la pérdida de identidad propia, junto al duelo suelen surgir ciertos sentimientos como el de culpabilidad que tampoco son fáciles de gestionar. La respuesta que nos dio Blanca a este respecto es digna de una madurez incuantificable:

“Estas circunstancias nos llevan al límite, nos desbordan y hay momentos que no sabemos afrontar y a veces no lo hacemos de la mejor manera, pero mientras no haya maldad de por medio y después de haber hecho todo lo que estaba en nuestras manos, creo que nadie debería de sentirse culpable. Somos humanos enfrentándose a situaciones inhumanas y es completamente normal que en ocasiones saltemos y no podamos más.

Un amigo del hospital, hermano de otra niña que falleció, siempre me dice que se arrepiente de las dos semanas que estuvo yendo al hospital a acompañar a su padre, se sentaba en el banco y no tenía valor de subir. Subió cuando se sentía preparado, ni antes ni después. Desde entonces no se separó de ella.

Yo también tenía días en los que no quería ir, no porque no quisiese verle a ella, sino porque me dolía mucho verla así. A veces me he arrepentido, otras pienso que, si iba a entrar en un momento en el que no podía aportarle nada bueno, era mejor no hacerlo. Además, en circunstancias así también es importante cuidarse a uno mismo, algo de lo que yo me olvide durante mucho tiempo. Así que, quien este viviéndolo ahora, decirle que intente sacar tiempo para ellos mismos, que se cuiden y dejen cuidarse, que se apoyen en quien les aporte y que tengan mucha paciencia, porque si no están bien ellos mismos va a ser mucho más complicado acompañar y cuidar a sus hermanos.

  • Blanca y Cristina 2 - SCL 2020

Blanca, junto a su hermana Cristina, en una foto para el recuerdo.

Por último, y para cerrar este post, queremos compartir con todos vosotros una reflexión de Blanca que es, simplemente, maravillosa:

“Lo que puedo asegurar es que tu hermana/o va a estar presente. Que está, aunque no esté. Le vas a sentir cada día muy cerca aún estando tan lejos. Que, aunque a veces este sentimiento te romperá por no poder estar a su lado, otras veces te va a dar serenidad sentirles con tanta intensidad y sentir que, en ellos, su recuerdo siempre se mantendrá vivo. Yo siempre digo “Duele en el alma, pero sigue siendo ella quien me calma”.

Gracias a Aleix, a Javi y a Blanca porque seguro que sus experiencias son de mucha utilidad para muchos hermanos y hermanas que ahora mismo están pasando por una situación muy difícil.

FUENTES Y RECURSOS DE INTERÉS

Las hemopatías malignas y los niños, Fundación Josep Carreras

Cómo ayudar a los hermanos de un niño con cáncer, American Cancer Society

Cuento “Me van a hacer un trasplante” dirigido a niños de entre 3 y 10 años, Hospital Universitario Niño Jesús de Madrid

Publicaciones para padres de niños con cáncer de AFANION

Entrevista a Begonya Nafria, Patient Engagement in Research Coordinator del Hospital Sant Joan de Déu

“En Share4Rare podemos ofrecer una comunidad global de pacientes para poder dar respuestas a las necesidades de interconexión de cualquier paciente o cuidador de cualquier patología”.

Begonya Nafria es Patient Engagement in Research Coordinator del Hospital Sant Joan de Déu. Tiene una larga experiencia en el campo de la participación de pacientes y familias en iniciativas de investigación. Sus áreas de especialización se centran en la participación de pacientes pediátricos en la investigación, específicamente en el campo de los ensayos clínicos. Es miembro de la Academia Europea de Pacientes (EUPATI), coordinadora de la Red Europea del Grupo Asesor de Pacientes Jóvenes (eYPAGnet), coordinadora de Kids Barcelona del Hospital de Niños Sant Joan de Déu y coordinadora del proyecto Share4Rare, que tiene como objetivo desarrollar una plataforma digital dirigida a mejorar la investigación en el campo de las enfermedades raras a través del colectivo de pacientes y familiares.

El objetivo principal de todas las actividades lideradas o participadas por Begonya es lograr una mejor calidad de vida para los pacientes pediátricos gracias a la investigación y nuevas terapias.

 

¿Cómo definirías el proyecto Share4Rare?

Share4Rare es la primera plataforma digital que mediante inteligencia colectiva, es decir mediante el conocimiento que nos pueden ofrecer pacientes y cuidadores, promueve iniciativas de investigación en el ámbito de las enfermedades raras en un entorno seguro.

Algoritmos de inteligencia artificial nos ayudan a moderar las interacciones en una gran y única comunidad virtual de usuarios, donde además ofrecemos la oportunidad de poder encontrar a pacientes con la misma enfermedad y/o síntomas del usuario. Este es un gran elemento innovador del proyecto, dado que cada vez más nos contactan pacientes y familias solicitándonos conectar con personas que estén viviendo lo mismo que ellos.

¿Cómo y cuándo surgió?

Share4Rare es un proyecto financiado por la Comisión Europea, que se inició en 2018.

La iniciativa surgió de la experiencia generada y acumulada a través del proyecto Rare Commons, que tiene similares objetivos. Pero que nos ha servido para conocer la gran limitación de trabajar y abordar la investigación en enfermedades poco frecuentes mediante patologías individuales. En Share4Rare hacemos un abordaje de estudio que nos permite trabajar con proyectos comunes integrando grupos de enfermedades.

En Share4Rare, gracias a una tecnología más avanzada, podemos ofrecer una comunidad global de pacientes para poder dar respuestas a las necesidades de interconexión de cualquier paciente o cuidador de cualquier patología. Además, estamos llevando a cabo proyectos de investigación en los que el abordaje no es una enfermedad individual sino grupos de enfermedades. Por ejemplo, los tumores raros pediátricos o las enfermedades neuromusculares.

¿Qué equipos/entidades están implicados?

Los equipos clínicos que participan en el proyecto son los del Hospital de Sant Joan de Déu de Barcelona, básicamente desde el Servicio de Oncología, Hematología, Enfermedades Neuromusculares y el Instituto Pediátrico de Enfermedades Raras. Además, para las patologías neuromusculares contamos con la colaboración de la Universidad de Newcastle (Reino Unido).

¿Qué tipo de enfermedades se estudian? ¿Cuál es el criterio para seleccionar las enfermedades que se exponen en la plataforma?

Estudiamos los siguientes grupos de enfermedades: neuromusculares, turmores raros pediátricos y pacientes sin diagnóstico. Este último grupo representa el 20 % de los pacientes que están participando en la plataforma, y creemos que podremos ayudar a reducir el tiempo necesario para su diagnóstico aprendiendo sobre cada una de las historias personales que nos están compartiendo y que, en muchos casos, suponen un peregrinaje de especialistas y pruebas diagnósticas.

Quiero hacer un especial énfasis en el cuarto proyecto de investigación que a día de hoy tenemos activo y que tiene como objetivo analizar, desde la perspectiva del paciente con leucemia aguda limfoblástica cuando se ha producido un debut de la enfermedad en edad pediátrica, cuáles son los efectos secundarios al cabo de los 3 años de remisión de la misma.

En este proyecto contamos con la estrecha colaboración del equipo del proyecto europeo CLOSER, coordinado por la Dra. Mireia Camús del Hospital de Sant Joan de Déu, y en el que participa el Instituto de Investigación Josep Carreras mediante el equipo coordinado por el Dr. Pablo Menéndez (en la foto). Desde aquí quiero expresar mi más sincero agradecimiento por la labor divulgativa llevada a cabo desde la Fundación e Instituto Josep Carreras sobre dicho proyecto de investigación que esperamos nos ayude a mejorar el cuidado de los pacientes pediátricos.

¿Qué debe hacer un paciente para participar en vuestro proyecto?

Simplemente registrarse a través de la página web de Share4Rare. En dicho proceso de registro se le solicitará que rellene un documento de consentimiento informado, que es obligatorio en cualquier proyecto de investigación, así como aportar una prueba médica del diagnóstico. Este último aspecto nos ayuda a validar que todos los usuarios que participan en un proyecto de investigación son realmente pacientes con dicho diagnóstico confirmado. Este elemento es clave para asegurar la calidad de los resultados que podamos obtener.

¿Qué canales de difusión utilizáis para hacer llegar el proyecto al público objetivo?

Difusión en redes sociales, en medios de comunicación, etc. pero, sobre todo, lo que da mucha fuerza al proyecto son las organizaciones de pacientes que trabajan para una mejor calidad de vida de los pacientes y de sus familias. Actualmente colaboran con el proyecto (además de la Fundación Josep Carreras), la alianza europea ALAN y la organización Pulseras Candelas, entre otros.

¿Cuáles son los principales beneficios del proyecto tanto para los investigadores como para los pacientes?

Poder obtener información de valor a través de los pacientes, que tradicionalmente no se suelen tener en cuenta, permitiendo así llevar a cabo proyectos basados en cuestiones que son de real interés para los pacientes.

Podemos llegar a afirmar que la propia metodología participativa de la plataforma ayuda al desarrollo de proyectos centrados en el paciente gracias a su participación en las fases tempranas de diseño del proyecto.

¿Cuál es el objetivo de Share4Rare a medio-largo plazo?

Pues principalmente poder dar respuesta a otras necesidades de investigación que sean relevantes para los pacientes, sea o no en el contexto de las enfermedades poco frecuentes. En ese sentido estamos trabajando actualmente en dos nuevos proyectos que justo se han iniciado. El primero de ellos es sobre melanoma del adulto, para ver cómo la enfermedad impacta en su calidad de vida y cómo ésta puede mejorarse mediante nuevos tratamientos que en breve llegarán.

El segundo proyecto se basa en la creación de un registro internacional de pacientes con enfermedades poco frecuentes que hayan padecido la COVID-19. De este modo, podremos ver cómo la patología ha incidido en cada una de las diferentes enfermedades poco frecuentes.

Hoy en día, ¿cuáles han sido los éxitos que destacarías de los proyectos presentados en la plataforma?

Destacaría el diseño de cada uno de los proyectos de investigación, con la estrecha colaboración de las organizaciones de pacientes. También mencionaría la creación de materiales educativos para el manejo de cada una de las enfermedades con proyecto de investigación activo en Share4Rare.

La colaboración y la estrecha ayuda de los pacientes hacen que el proyecto sea único, y juntos esperamos poder analizar a partir de finales de año los resultados de cada proyecto. Share4Rare es una plataforma creada con los pacientes para los pacientes.

La leucemia mieloide crónica: el paradigma de la importancia de la investigación

Corría el año 2000. El “problema del año” era que los ordenadores no cambiasen de milenio correctamente y que hubiese un colapso informático mundial. En los estantes de las librerías lucía la novela “Ángeles y Demonios” de Dan Brown y muchas personas hacían colas en los grandes almacenes para comprar el primer videojuego de Los Sims. Mientras tanto, unos investigadores del Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York perfeccionaban un ensayo clínico que resultaría ser un avance importantísimo: el uso de imatinib en pacientes de leucemia mieloide crónica.

 

La leucemia mieloide crónica, ANTES

Antes de este descubrimiento, en los años ‘60 y ‘70 del siglo pasado, la leucemia mieloide crónica tenía un pronóstico funesto. El 90% de los pacientes necesitaba un trasplante de médula ósea alogénico (de donante) para recuperarse y solo 1 paciente de cada 4 sobrevivía. Era casi una sentencia de muerte. Después se fue mejorando, pero, a finales de los ’90, a pesar de que la supervivencia había aumentado, el trasplante de médula ósea era la única posibilidad para la mayoría de los pacientes.

Ese fue el caso de Miquel. Tenía 25 años. Era enero de 1997. Mientras en diversos laboratorios de Portland y de Nueva York, unos investigadores se devanaban los sesos para encontrar una solución a la leucemia mieloide crónica; en Barcelona, a más de 6.000km, Miquel recibía una llamada del Hospital Clínic: tenía que acudir al hospital, los resultados de la analítica no habían salido bien. Sí, leucemia mieloide crónica. Tras largas sesiones de quimio y radioterapia, el 17 de julio de 1997 se sometió a un trasplante de su única hermana, Coralí. Por suerte, todo salió bien.

Miquel, ex-paciente de leucemia mieloide crónica.

El fármaco imatinib fue desarrollado a finales de los noventa por el químico Nicholas B. Lydon, el oncólogo Brian J. Druker de la Oregon Health and Science University y Charles L. Sawyers del Memorial Sloan-Kettering Cancer Center. 

Habían identificado una diana terapéutica: el oncogén BCR-ABL.

 

El BCR-ABL y el cromosoma Philadelphia

Cada célula humana contiene 23 pares de cromosomas. El cariotipo es el patrón cromosómico de estos 23 pares expresado a través de un código y describe las características de sus cromosomas.

Cariotipo normal de un hombre.

En la mayoría de casos, la leucemia mieloide crónica empieza durante la división celular. En ese momento, se intercambia ADN entre los cromosomas 9 y 22. Un trocito del cromosoma 9 va al cromosoma 22 y parte del cromosoma 22 pasa al 9. ¿Por qué? Todavía no se sabe.

De esa ruptura y re-colocación de cromosomas, surge el oncogén (o gen de fusión) BCR-ABL que genera un cromosoma 22 alterado que se llamará cromosoma Philadephia.

El gen de fusión BCR-ABL se encuentra en el 98% de los pacientes con leucemia mieloide crónica (LMC) y en algunos pacientes con leucemia linfoblástica aguda (LLA) o leucemia mieloide aguda (LMA).

Gen de fusión BCR-ABL resultado de la alteración en los cromosomas 9 y 22. Imagen de Therese Winslow del National Cancer Institute.

Volviendo a Nicholas Lydon, Brian Druker y Charles Sawyers. Ellos habían planteado el oncogén BCR-ABL como blanco del tratamiento farmacológico que estaban preparando. Mediante un programa de cribaje de datos, identificaron una molécula interesante: la 2-fenilaminopirimidina. Este fue el compuesto inicial del Imatinib que, a posteriori, se fue mejorando para incrementar su potencia y adherencia. Imatinib es el primer miembro de una nueva clase de medicamentos, que actúan por medio de la inhibición específica de la enzima tirosina cinasa, denominados inhibidores de la tirosina cinasa (ITK en inglés), la característica particular de un tipo de célula cancerosa. En la leucemia mieloide crónica, el cromosoma Filadelfia produce la fusión BCL-ABL. Con ello se altera la síntesis proteica y se produce una tirosina cinasa activa continuamente. El imatinib es usado para disminuir la actividad de la tirosina cinasa producida por la traslocación BCL-ABL.

El descubrimiento, patentado después por la farmacéutica Novartis y comercializado como Gleevec ®. Recibió la aprobación de la Agencia americana del medicamento (FDA) en mayo de 2001 como medicamento de primera línea ya que superó la fase III del ensayo clínico, demostrando ser más efectivo que el tratamiento estándar anterior (α-interferon y busulfan o hydroxyurea). En el mismo mes se publicitó en la revista Time como la «bala mágica» para curar el cáncer.

No era bala, no curaba y, definitivamente, no el cáncer sino unos tipos concreto de leucemia, la LMC, entre otros. Pero, sí que supuso un cambio abismal en el tratamiento de estos pacientes. Probablemente, se trata de la mayor revolución terapéutica de los últimos años en el mundo de los tratamientos dirigidos.

 

La leucemia mieloide crónica, DESPUÉS

Actualmente la gran mayoría de pacientes de leucemia mieloide crónica no requieren de un trasplante de médula ósea para su curación. Este se reserva para casos muy excepcionales. Los pacientes de leucemia mieloide crónica disponen de los inhibidores de la tirosina quinasa como tratamiento de primera línea (primer tratamiento propuesto por los hematólogos). Se trata de tratamiento oral con efectos adversos tolerables. ¿Cura? No, no cura. Pero es preferible al posible tratamiento curativo que sería un trasplante de médula ósea, intervención no exenta de riesgos importantes y con una alta tasa de mortalidad.

Y, si el imatinib no funciona bien o el paciente tiene demasiados efectos secundarios, hoy en día se dispone de otros fármacos con resultados también excepcionales.

Actualmente, el tratamiento convencional para la leucemia mieloide crónica en fase crónica es un inhibidor de la tirosina cinasa (ITK), tal como el imatinib (Gleevec®), nilotinib (Tasigna®), dasatinib (Sprycel®), o bosutinib (Bosulif®). Si el primer medicamento deja de surtir efecto o, directamente no funciona o el paciente tolera muy mal los efectos secundarios, el hematólogo decide, bien probar aumentar la dosis, intentar otro ITK. El ponatanib (Iclusig®) considerarse como inhibidor de “tercera generación”, es una opción después de que se haya intentado con todos los demás inhibidores de la tirosina cinasa o si las células de la leucemia desarrollan posteriormente la mutación T315I.

Por ello, hoy en día, la inmensa mayoría de pacientes de leucemia mieloide crónica se puede beneficiar de alguno de estos medicamentos gracias a la investigación científica. Según el National Cancer Institute de los Estados Unidos, “hasta alrededor del 70% de los pacientes tienen una respuesta citogenética completa dentro de 1 año de haber comenzado el imatinib, y la tasa de respuesta es incluso mayor con otros inhibidores de la tirosina cinasa (ITK). Después de un año, incluso más pacientes habrán tenido una respuesta completa”.

¿Curan? De momento no podemos decir que curen. Pero cronifican la enfermedad. Hoy en día, el 90% de los pacientes de leucemia mieloide crónica podrá vivir una vida relativamente normal tomando alguno de estos fármacos. La LMC ha pasado de una esperanza de vida de tan solo 5 años en pacientes no candidatos a trasplante de médula ósea, a una esperanza de vida similar a la de la población general en aquellos pacientes diagnosticados en una fase crónica (que constituyen una amplia mayoría de los pacientes con LMC).

El objetivo del tratamiento farmacológico en pacientes de leucemia mieloide crónica hoy en día es doble: por un lado, conseguir la remisión molecular profunda de la enfermedad y durante un largo periodo de tiempo. Y, por otro lado, reducir al máximo los efectos secundarios de esta medicación para que los pacientes puedan llevar una buena calidad. de vida.

 

La vida sigue

Y, sí, la vida sigue. Y la leucemia mieloide crónica es crónica o quizá no, quizá algún día se pueda curar definitivamente. De momento, se ha avanzado tanto que, a algunos pacientes seleccionados, después de 8 años tomando ITKs y en remisión molecular profunda, se les puede retirar la medicación. Y parece ser que la mitad no vuelven a recaer.

Es el caso de Olga, de 65 años. “Me diagnosticaron leucemia mieloide crónica en 2011. Justamente, lo descubrieron al hacerme las pruebas para la intervención de un carcinoma ginecológico. ¡Vaya, tenía un cáncer en el ovario y una leucemia! Desde septiembre de 2011 que tomo imatinib. He tenido montones de efectos secundarios: sequedad en piel y mucosas, hinchazón en los ojos, fotosensibilidad, sudoraciones, rampas, insomnio, náuseas, dolor de cabeza, agotamiento, unos resfriados descomunales, diarrea… Algunos efectos son, podríamos decir “anecdóticos”, otros, más molestos. Algunos han desaparecido, o se han ido amortiguando y otros perduran.

Y este año, en 2020, al acudir a la revisión con mi hematóloga, me explicó que era candidata a retirar la medicación. Casi me caigo del susto. Y aquí estoy, sin medicación desde hace unos meses y sin rastro de la leucemia. Y si vuelve, pues volveremos a la medicación”.

Olga, paciente de leucemia mieloide crónica

Dado el excelente pronóstico actual de la enfermedad y que aproximadamente el 20% de los casos diagnosticados de LMC tiene menos de 40 años, el deseo de tener un hijo también es un tema que se plantea de forma frecuente en esta enfermedad.

Según la ficha técnica de los ITK, se desconoce su efecto teratogénico (riesgo de malformaciones), recomendándose evitarlos durante el embarazo y antes de la gestación. Sin embargo, cada vez es mayor la experiencia que avala la posibilidad de tratamiento con ITK en el caso de varones sin verse relacionado con dichos efectos teratogénicos. 

Actualmente, en algunos casos concretos de mujeres pacientes con LMC en los que las condiciones médicas requeridas por su hematólogo se cumplen, se ha podido llevar a cabo un embarazo con normalidad tras un adecuado manejo de la enfermedad. En varones, está perfectamente contrastado que se puede parar el imatinib durante 3 meses y, entonces, recoger el esperma para proceder a la fecundación.

En el caso de las mujeres, es imprescindible que la paciente plantee la situación en un centro con experiencia en el que se consideren las distintas opciones posibles. Estas opciones podrán incluir el continuar con el fármaco (solo en caso de varones), la interrupción (temporal o definitiva del fármaco) en pacientes con una adecuada respuesta o la sustitución por otro fármaco como interferón. A las mujeres que están en remisión molecular mantenida, se puede plantear de entrada dejar el Imatinib, y/o bien controlarlo evolutivamente, o empezar con interferón que se mantiene todo el embarazo. Este es un fármaco que no es teratogénico. Si no hay remisión molecular completa, se puede pasar directamente al interferón recordando que se deberá tomar no menos de 9 meses y teniendo en cuenta que no se tolera muy bien.

Así le ocurrió a Bea, de 33 años. Le diagnosticaron leucemia mieloide crónica con 23 años. En ese momento no se planteó la posibilidad de ser mamá pero, después, con el paso de los años, sí que llegó esta situación. Por suerte, gracias al avance y a la innovación en hematología, pudo discontinuar la medicación que tomaba, el imatinib, y tener una niña completamente sana en octubre de 2018. Bea y Matilda están perfectamente y Bea volvió a retomar la medicación tras el parto sin problemas.

Bea y Matilda

Leucemia mieloide crónica: de cronificable a… ¿curable?

Y sí, ahora ha llegado el momento de intentar curar y de perfeccionar su tratamiento. Actualmente hay muchas líneas y perspectivas científicas en marcha. No solo se trata de curar a todos los pacientes definitivamente o de conseguir remisiones moleculares profundas el máximo de tiempo posible, también es cuestión de reducir los efectos secundarios y de predecir a qué pacientes se les podría retirar la medicación o no.

En el Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras tenemos varios equipos dedicados exclusivamente a la leucemia mieloide crónica con desarrollos y estrategias muy interesantes.

Las Dras. Lurdes Zamora, Blanca Xicoy y las biólogas Natalia Estrada, Marta Cabezón, Diana Domínguez, Silvia Marcé y Marisol Xandri conforman uno de estos equipos centrados en leucemia mieloide crónica. Es un equipo que podríamos definir como traslacional. Este aspecto es muy importante e interesante. Los equipos de investigación traslacionales unen a los investigadores básicos (biólogos, genetistas…) con los clínicos (en este caso, hematólogos) para poder estrechar el tiempo y las posibilidades de que un descubrimiento desencadene en un ensayo clínico en pacientes. La Dra. Lurdes Zamora es hematóloga e integrante del laboratorio del ICO-Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona. La Dra. Blanca Xicoy es hematóloga clínica y trata directamente a pacientes de leucemia mieloide crónica y síndromes mielodisplásicos en el mismo hospital. Y Natalia, Marta, Diana, Silvia y Marisol son biólogas o técnicas investigadoras y se encargan de la parte básica de los diferentes proyectos de investigación.

De izquierda a derecha: Lurdes Zamora, Silvia Marcé, Diana Domínguez, Marta Cabezón, Natalia Estrada, Marisol Xandri y Blanca Xicoy

A finales de 2019 terminaron un proyecto que se basaba en intentar encontrar un marcador molecular en el momento del diagnóstico del paciente para saber si el paciente, que toma imatinib, podría llegar, en un futuro, a una respuesta molecular profunda. “Lo que miramos es la longitud de los telómeros que son los extremos, las “patitas” de los cromosoma. En cada división celular éstos se acortan. Nos pasa a todos, se acortan mientras nos vamos haciendo mayores. Hemos encontrado la relación de que si un paciente, en el momento del diagnóstico, tiene los telómeros más cortos de lo que le correspondería por la edad que tiene, sería un factor predictivo de que no llegará a hacer una respuesta molecular profunda. Actualmente, más de la mitad de los pacientes con leucemia mieloide crónica en respuesta molecular profunda no pierden la respuesta molecular principal después de interrumpir el tratamiento con inhibidores de la tirosina quinasa (TKI). Pero queremos poder predecir los que sí que la perderán y, por ello, de momento no es factible interrumpir el tratamiento”, explican las Dras. Lurdes Zamora y Blanca Xicoy.

El equipo dispone también de otras líneas de investigación centradas en células madre y el sistema inmune de los pacientes para intentar dilucidar qué pacientes no responderán a la interrupción del tratamiento y por qué motivo. De la misma forma, están valorando como aplicar técnicas de PCR digital para hacer seguimiento de los pacientes y poder dilucidar hasta el mínimo rastro del gen BCR-ABL. “La idea es que, en un futuro, si detectamos positividad por PCR digital en el paciente que está a punto de parar el tratamiento, sabremos que no podemos interrumpirlo puesto que recaerá. Esta sería la idea de traslación en un futuro. Primero lo estamos haciendo de forma retrospectiva con muestras que ya tenemos congeladas y, si funciona, la idea sería aplicarlo en el momento en que el paciente se plantea parar el tratamiento o no”, explica la Dra. Zamora.

El equipo también ha iniciado una colaboración con una start-up productora de un compuesto parecido a la cúrcuma, la verbenina. Sí, una planta medicinal. No, no se trataría de incluir esta planta como opción curativa sino como “ayudante” al tratamiento. La cúrcuma, la verbena y otras plantas medicinales contienen compuestos que se han visto que inducen la apoptosis (la muerte de la célula una vez ha cumplido su función). La idea futura es valorar cómo, quizá, la incorporación de estos compuestos conjuntamente con el tratamiento de ITK, podría inducir a la muerte celular de las células responsables de la leucemia y, por ello, reducir las dosis de esta medicación y, por lo tanto, poder bajar su toxicidad o aumentar su efectividad.

La esperanza de vida de los pacientes con leucemia mieloide crónica se está aproximando a la de la población general, como resultado del exitoso tratamiento con inhibidores de la tirosina cinasa (ITK). Hace 20 años era todo lo contrario. A pesar de ello, en el campo de leucemia mieloide crónica, queda camino por recorrer. La terapia ITK a largo plazo no está exenta de riesgos médicos potenciales para los pacientes y también representa una carga económica considerable para los sistemas sanitarios, aunque esto se ha aliviado con la llegada de imatinib genérico. Pero ¿y la leucemia mieloide aguda? Su tratamiento casi no se ha modificado en 30 años y la mortalidad en adultos sigue superando el 50%. ¿Y las leucemias en bebés? ¿Y los linfomas agresivos? ¿Y el mieloma múltiple?

La investigación es y seguirá siendo siempre la llave de paso a nuestro bienestar individual y como sociedad.

Los bebés también tienen cáncer

El cáncer afecta a personas de todas las edades y puede aparecer en cualquier parte del cuerpo. Comienza con cambios genéticos en una sola célula que posteriormente se multiplica sin control.

En muchos cánceres, este comportamiento da lugar a una masa (o tumor). Si no se trata, el cáncer, por lo general, se extiende, invade otras partes del cuerpo y provoca la muerte. Sin embargo, el cáncer infantil es diferente al cáncer de adultos. Se llaman igual pero no son la misma enfermedad. El cáncer de adultos es una enfermedad del envejecimiento de las células y, el cáncer infantil, una enfermedad del crecimiento de estas.

Hace más de 10 años la supervivencia de los niños con leucemia linfoblástica aguda (LLA) era muy baja. Más del 80% no sobrevivía, mientras que ahora, gracias a la investigación, más del 85% de los niños con leucemia linfoblástica aguda se cura.

En primer lugar, porque se han desarrollado y mejorado tratamientos dirigidos específicos y de soporte, y porque, además, los niños toleran muy bien el trasplante de médula ósea, tratamiento de elección en los casos de alto riesgo, mucho mejor que los adultos. Sin embargo, a pesar de las elevadas tasas de curación en la leucemia linfoblástica pediátrica, no podemos obviar que muchos de los tratamientos convencionales tienen una elevada toxicidad y numerosos efectos secundarios en los niños.

Una leucemia que afecta a los bebés

Aunque la supervivencia de los niños es elevada, existen subtipos de leucemia infantil, como es el caso de la leucemia linfoblástica del lactante con reordenamiento MLLAF4, con supervivencias inferiores al 40%: este es el tipo de leucemia que investiga el doctor Pablo Menéndez, jefe del grupo de investigación de biología de las células madre, leucemia del desarrollo e inmunoterapia, del
Instituto Josep Carreras.

Este tipo de leucemia se desarrolla durante el primer año de vida, tiene un origen prenatal, es decir, que la alteración genética ocurre durante el embarazo, es muy agresiva y los tratamientos actuales no son efectivos. La mayoría de los pacientes con leucemia linfoblástica del lactante presentan una translocación concreta de un gen en el cromosoma 11, el gen KTM2A (antes MLL) del que se conocen unas 60 translocaciones concretas con otros genes. Esta translocación se produce durante la gestación, aunque la leucemia se manifiesta a lo largo del primer año de vida.

¿Qué ocurre para que esta leucemia tenga una latencia tan corta (de meses) y otras leucemias infantiles tengan latencias de hasta 15 años? ¿Qué difiere en esta leucemia para que sea tan agresiva?

Estas y otras preguntas son las que está intentando desvelar el grupo de investigación dirigido por el doctor Pablo Menéndez. Conociendo la asociación del cambio en el cromosoma 11, Menéndez y su equipo quisieron secuenciar el genoma de estos pacientes para intentar responder a estas preguntas, pero, tras culminar este proceso, los resultados no fueron reveladores. A pesar de la agresividad de la enfermedad, el genoma de estos niños era muy estable, sin apenas errores genéticos.

Actualmente, el grupo está enfocando el proyecto en el estudio del metiloma, es decir, en averiguar cómo se expresan los genes, para ver si es ahí donde están las pistas para comprender la manifestación de la enfermedad.

Grupo de investigación de biología de
las células madre, leucemia del desarrollo e inmunoterapia, del
Instituto Josep Carreras.

El doctor Pablo Menéndez participa en varios proyectos y consorcios con más hospitales y centros de investigación de todo el mundo para desvelar los mecanismos que desarrollan la leucemia congénita, como, por ejemplo, el proyecto CLOSER, que involucra a 14 hospitales y centros de investigación de Europa
y América Latina.

Su trabajo sigue varias líneas de investigación, muchas de ellas centradas en diferentes grupos de leucemias pediátricas como, entre otras, entender los mecanismos por los cuales hay casos en los que las células leucémicas de los niños tienen un número muy superior de cromosomas que las normales.

También se están desarrollando trabajos encaminados a mejorar los tratamientos de los niños, como son aquellas líneas en las que se están desarrollando nuevos CAR, entre otros.

Comenta el doctor Francesc Solé (foto de la derecha), director científico del Campus de ICO-Germans Trias i Pujol del Instituto Josep Carreras. «Es lo que ha pasado, por ejemplo, en el caso de la leucemia aguda promielocítica, que antes era la leucemia aguda más mortal, y ahora es de las más curables porque se conoce su mecanismo genético y se aborda conociéndolo. Así es como funciona la investigación del Instituto Josep Carreras: se intenta conocer bien cada leucemia para desarrollar maneras de paliarla y abordarla con un tratamiento dirigido a ese tipo de leucemia».

Hacer estudios epidemiológicos también podría evitar la aparición de la leucemia. «Sabemos que, si nos ponemos crema protectora, el 80% de los melanomas no aparecería. En este caso, si supiéramos qué hábitos de las mujeres embarazadas reducen la probabilidad
de que sus hijos desarrollaran una leucemia infantil, lograríamos disminuir mucho su incidencia», añade el doctor Solé. «Esto mismo lo queremos estudiar para todos los tipos de leucemia, es decir, intentar cambiar hábitos y así evitar que se desarrolle una leucemia
u otro tipo de cáncer».

Nuevas dianas terapéuticas para la leucemia infantil

La doctora Biola Javierre lidera un grupo que estudia la organización 3D del ADN para enfocarla en el estudio del cáncer hematológico.

En el marco de la XXI edición de los Premios L’Oréal-UNESCO For Women in Science celebrada en París en marzo de 2019, fue elegida entre las 15 jóvenes investigadoras más prometedoras del mundo al recibir el premio ‘International Rising Talent ‘. Javierre ha sido la quinta española que ha sido becada internacionalmente en los 21 años de historia de este programa.

El proyecto de la doctora Javierre se basa en la descripción de nuevas dianas terapéuticas para mejorar el tratamiento de la leucemia linfoblástica aguda infantil.

La gran mayoría de las mutaciones asociadas a este cáncer pediátrico se desconocen al no afectar a genes, que son las piezas de información necesaria para fabricar las proteínas que nos constituyen y nos permiten funcionar. La Dra. Javierre ha logrado desarrollar una nueva técnica experimental y computacional que permite por primera vez estudiar el papel de las mutaciones que no afectan a genes, y pretende aplicarla para entender el proceso de desarrollo de la leucemia linfoblástica aguda infantil, y poder descubrir nuevas dianas terapéuticas sobre las cuales se pueda crear un tratamiento más eficaz y con menos secuelas que permita salvar al 20% de los niños que todavía mueren de este tipo de cáncer.

«Mi investigación pretende descubrir nuevos tratamientos más eficaces y con menos secuelas contra la leucemia infantil. Espero que mi esfuerzo sirva para salvar vidas, para dar esperanza a unos familiares, a unos amigos», comenta.

Su grupo combina enfoques experimentales y bioinformáticos de vanguardia para comprender la organización específica de la cromatina 3D de las células hematopoyéticas y su alteración en los cánceres de la sangre.

La doctora Biola Javierre

Según la OMS, en los países de ingresos altos, aproximadamente el 85 % de los niños con cáncer se van a curar de su enfermedad, con mínimas secuelas en la mayoría de los casos.

El pronóstico es bastante peor para los niños con cáncer de los países de ingresos bajos y medianos, y ello por varios factores, tales como: el diagnóstico tardío del cáncer, que conlleva niveles más bajos de eficacia de los tratamientos; las carencias de los
hospitales, desprovistos de los medicamentos y suministros adecuados; el padecimiento de otras enfermedades en el paciente; y la falta de conocimientos sobre el cáncer de los dispensadores de
atención primaria. Además, los tratamientos quedan, simplemente, fuera del alcance de muchos padres en entornos de escasos recursos, que tendrían que pagar los gastos médicos de su propio bolsillo.

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Con tan solo cinco meses le diagnosticaron una leucemia linfoblástica aguda congénita y se sometió a un trasplante de médula ósea gracias a un donante no emparentado localizado por la Fundación Josep Carreras. Pero tres años más tarde, tuvo una recaída. Un ensayo clínico con inmunoterapia CAR-T 19 le salvó la vida. Hoy, Abril lleva una vida totalmente normal, va al colegio, hace ballet y toca el violín.

«Cuando recayó, ella también fue nuestro motor, nos contagiaba sus ganas de vivir. Si ella era fuerte,
nosotros no nos podíamos derrumbar», explica Anna, su mamá «hay que confiar en los médicos y en la investigación, porque afortunadamente cada día se
desarrollan nuevos tratamientos que pueden lograr que el cáncer deje de ser mortal».

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Historia del trasplante de médula ósea

Un trasplante de médula ósea. Esta es, de momento, la única posibilidad curativa para muchos pacientes de cánceres de la sangre y otras enfermedades. El concepto “trasplante de médula ósea” es un poco “extraño” para quien sea ajeno al tema, y da pie a algunos errores o malos entendidos. Desde el blog de la Fundación Josep Carreras, hemos querido profundizar un poco más en este asunto. No tanto desde la perspectiva de “cómo se realiza un trasplante de médula ósea hoy en día”, puesto que ya existe mucha información para pacientes y familiares en la Guía del Trasplante de Médula Ósea para pacientes de la Fundación, sino en cual es la historia de estos trasplantes y otras curiosidades.

 

¿Qué es y qué no es un trasplante de médula ósea?

Lo primero, las palabras trasplante y médula ósea dan pie a confusión. Cuando pensamos en un trasplante, pensamos directamente en la colocación de un órgano sólido de una persona en otro cuerpo de otra persona que está enferma. En este caso, no es un órgano sólido sino sangre, en concreto: células madre de la sangre. Por ello, lo que se hace durante el momento del trasplante es transfundir estas células. Por lo tanto, no, no es una intervención quirúrgica como mucha gente puede pensar. La bolsita de células madre de la sangre se transfunde al paciente a través del catéter que tiene colocado.

Anna, ex paciente de leucemia trasplantada de células madre de la sangre de un donante anónimo localizado por REDMO.

En segundo plano, está el tema de la palabra “médula ósea” que incita a confusión con la “médula espinal”. ¡Nada que ver! La médula ósea no está en la columna vertebral ni tiene nada que ver con el sistema nervioso central de nuestro cuerpo. La médula ósea es el tuétano de los huesos, y allí es dónde se generan las células sanguíneas.

Ahora ya sabemos qué es y qué no es un trasplante de médula ósea. A partir de ahora, lo llamaremos trasplante de células madre de la sangre para ser un poco más claros y concisos, o trasplantes de progenitores hematopoyéticos (TPH). Ahora, veamos a día de hoy quien lo puede necesitar y cuántos trasplantes de médula ósea se llevan a cabo.

 

¿Quién necesita un trasplante de médula ósea y cuántos se llevan a cabo en España cada año?

Lo primero, no hay un solo tipo de trasplante de células madre de la sangre. Se denominan de diferente manera dependiendo desde dónde se extraen las células.

Básicamente, los TPH pueden ser autólogos (células del mismo paciente) o alogénicos (de un donante sano). Dentro de los trasplantes alogénicos (de donante), el donante puede ser familiar o anónimo no emparentado y, en caso de ser familiar, puede ser 100% idéntico o haploidéntico (la mitad de compatible). Cada enfermedad requiere de un tipo de tratamiento y trasplante específico y tienen mucha importancia, no solo la enfermedad, sino la edad y el estado del paciente. En la web de la Fundación hay información sobre las enfermedades que pueden requerir un trasplante de células madre de la sangre.

Cada año se realizan en España más de 3.000 TPH según datos de 2017 de la Organización Nacional de Trasplantes, frente a los 477 que se llevaron a cabo en 1990. De hecho, en aquella época, los trasplantes eran siempre autólogos o de familiares compatibles ya que el Registro de Donantes de Médula Ósea (REDMO), no fue creado por la Fundación Josep Carreras hasta 1991. Esta iniciativa surgió porque, en aquel momento, 3 de cada 4 personas que tenían que someterse a un trasplante de médula ósea y no tenían un donante compatible entre sus familiares, no tenían otra oportunidad. No existía un registro de donantes en España.

Noticia del Telediario de La 1 de TVE 13 de junio de 1994 explicando la firma del convenio para el Registro de Donantes de Médula Ósea entre el Ministerio de Sanidad y la Fundación Josep Carreras contra la Leucemia.

De los más de 3.000 TPH que se han llevado a cabo anualmente en los últimos años en España, dos terceras partes son trasplantes autólogos y los demás alogénicos. De estos últimos, menos de la mitad (aprox el 37%) son TPH de donante no emparentado.

Y, ahora sí, ¿cuál es la historia de los trasplantes de células madre de la sangre?

Pues sí, a alguien se le ocurrió por primera vez en la historia poner la “fábrica de la sangre” (la médula ósea) de otra persona en un paciente cuya médula ósea no funcionaba correctamente. Y ese fue el Prof. Donall E. Thomas. El Dr. Thomas, quien ganó el Premio Nobel de Medicina en 1990, también fue miembro del Patronato de la Fundación Josep Carreras en España y en Estados Unidos y dedicó toda su vida a la lucha contra la leucemia, especialmente en el Hospital Fred Hutchinson de Seattle. También fue uno de los médicos del Sr. Josep Carreras cuando éste enfermó y fue a recibir tratamiento a Seattle.

En 1957, la prestigiosa revista médica The New England Journal of Medicine publicó los resultados de los, desde entonces considerados, seis primeros trasplantes hematopoyéticos (TPH) efectuados en humanos. Los autores administraron por vía intravenosa médula ósea obtenida de crestas ilíacas o costillas de uno o dos donantes vivos, un feto, y un cadáver (¡!!). Dichos trasplantes habían sido realizados en Cooperstown (NY) por el Prof. E. Donnall Thomas. Si bien todos los pacientes fallecieron poco después del procedimiento, se observó que mediante el TPH era posible recuperar la hematopoyesis después de altas dosis de quimio-radioterapia. La hematopoyesis (del griego “hemato-sangre” y “poyesis-creación”) es el proceso de formación, desarrollo y maduración de los elementos de la sangre (eritrocitos, leucocitos y trombocitos (plaquetas) a partir de un precursor celular común e indiferenciado conocido como célula madre hematopoyética multipotente, hemocitoblasto o stem cell (por ello, en inglés se llama bone marrow transplant o stem cell transplant).

Prof. E. Donall Thomas

El Prof. E. Donall Thomas junto al tenor Josep Carreras, recibiendo un galardón.

A nivel anecdótico, es necesario mencionar que 20 años antes ya se habían reportado intentos de tratar enfermedades hematológicas malignas mediante el trasplante de médula ósea fresca, administrada por vía oral, intramuscular1, intravenosa2 o intramedular3, alcanzándose la curación de un paciente con aplasia medular tratado, en 1940, con este último método4

Los ensayos del Prof. Thomas permitieron conocer aspectos fundamentales de los TPH como el quimerismo5 o la enfermedad secundaria, que en 1959, se denominó Enfermedad injerto contra receptor (EICR).

Poco después, en 1959, Mathé y sus colaboradores publicaron los resultados del trasplante de médula ósea (TMO) en las víctimas de un accidente nuclear y en pacientes con leucemia y Kurnick y su equipo, los primeros TMO autólogos como forma de rescate de la hematopoyesis tras altas dosis de quimio-radioterapia. Sin embargo, si bien en algunos casos existía reconstitución hematopoyética y algunos pacientes alcanzaban remisiones transitorias de su leucemia, no existían largos supervivientes, ya que todos fallecían de infecciones intercurrentes o con manifestaciones compatibles con un EICR.

Estos malos resultados no eran más que la consecuencia del desconocimiento del sistema mayor de histocompatibilidad humano6 que no fue descrito hasta 1958 por Jean Dausset (Premio Nobel en 1980). Es por ello que, hasta 1968, no se realizaron los que se consideran los dos primeros TPH de la “era moderna”, ya que en ambos casos el donante era un hermano HLA-idéntico.

Además de este notable progreso, en la década de los ‘60 se lograron avances en otros aspectos relevantes para el TPH:

las mejoras en el soporte transfusional (concentrados de plaquetas, hematíes…)

la profilaxis antibiótica (quimioprofilaxis y medidas de aislamiento)

el tratamiento de las infecciones (nuevos antibióticos y antifúngicos)

el mejor conocimiento de los tratamientos de acondicionamiento con ciclofosfamida7, dimetilbusulfán8, busulfán9 e irradiación corporal total fraccionada10.

– la profilaxis de la EICR con metotrexato11, ciclofosfamida12, ciclosporina A13, o ciclosporina más pauta corta de metotrexato14

Gracias a todos esos avances, se logró que el trasplante de células madre de la sangre pudiera aplicarse con garantías de prendimiento de las células madre sanguíneas y posibilidades de controlar la EICR y las complicaciones más frecuentes.

En 1970 ya se habían realizado más de 200 trasplantes a pacientes con leucemias agudas. Allí empezaron a ver que no era lo mismo ni había los mismos resultados si el trasplante era autólogo o alogénico (de un donante). En 1979 se observó que el TPH alogénico comportaba menos recidivas que el TPH autólogo, en especial si el paciente desarrollaba una EICR aguda y/o crónica. Esta observación fue atribuida al efecto antitumoral del injerto, siendo éste un concepto crucial en la evolución del TPH a lo largo de las siguientes décadas.

Fue a mediados de los años ‘70 cuando iniciaron su actividad los grupos de trasplante españoles. Así, el 22 de mayo de 1976, el Dr. Andreu Domingo y su equipo del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, efectuaron el primer TPH síngénico (de gemelos idénticos) y, poco después, el 12 de junio de 1976), los Dres. Ciril Rozman, Albert Grañena y su equipo del Hospital Clínic de Barcelona, el primer trasplante alogénico.

Esta actividad trasplantadora tuvo pronto continuidad en otros grupos de nuestro país. Los centros pioneros del trasplante alogénico en aquellos primeros años fueron, por orden alfabético, el Hospital Clínic de Barcelona (Dr. Albert Grañena), el Hospital de La Fe de Valencia (Dr. Miguel Ángel Sanz), el Hospital de La Princesa de Madrid (Dr. Fernández Rañada), el Hospital Puerta de Hierro de Madrid (Dr. Manuel Nicolás Fernández), el Hospital Ramón y Cajal (Dres. Jesús Odriozola y José García Laraña), el Hospital Reina Sofía de Córdoba (Dr. Antonio Torres) y el Hospital Marqués de Valdecilla de Santander (Dr. Arturo Iriondo),. Mención aparte merece el programa de trasplante infantil desarrollado, a partir de 1983, en el Hospital Materno-Infantil Vall d’Hebron de Barcelona, por el recién fallecido Dr. Juan José Ortega, un profesional de gran excelencia.

La demostración que la eliminación de los linfocitos T del paciente reducía la incidencia y gravedad de la EICR15, principal complicación del TPH, hizo que se idearan diferentes técnicas de eliminación de los linfocitos T tanto ex-vivo (lectinas, elutriación, anticuerpos monoclonales, técnicas de selección CD34+) como in-vivo (globulina antilinfocítica o antitimocítica, anticuerpos monoclonales, ciclofosfamida por trasplante).

Todos estos estudios generaron ingentes cantidades de comunicaciones y publicaciones que, hoy en día y consideradas de forma global, no parecen haber aportado grandes beneficios para los pacientes con hemopatías malignas, ya que siempre que se reduce la incidencia de EICR aumenta la incidencia de recidivas. Por ello, su empleo ha quedado limitado a indicaciones muy precisas, como las enfermedades no neoplásicas, los pacientes con riesgo alto de EICR y bajo de recidiva, y para la práctica de trasplantes haploidénticos por su elevadísimo riesgo de EICR16.

Si bien los primeros trasplantes de progenitores hematopoyéticos de donante no emparentado se efectuaron en los inicios de los años ‘70, disponer de uno de estos donantes fue prácticamente imposible hasta la creación de los registros de donantes. El primer registro se creó en 1974 (Anthony Nolan Foundation) en el Westminster Children’s Hospital del Reino Unido gracias al coraje de la madre de un paciente afecto de una inmunodeficiencia primaria, el Síndrome de Wiscott Aldrich que carecía de donante familiar.

El pequeño Anthony Nolan, junto a su madre, Shirley Nolan.

En España, el tenor Josep Carreras, tras crear la Fundación que lleva su nombre en 1988, creó en 1991 el REDMO (Registro de Donantes de Médula Ósea), registro que el 13 de junio de 1994 fue reconocido como único registro oficial del Estado español por el Ministerio de Sanidad. Con todo, el primer trasplante de células madre de la sangre de donante no emparentado en nuestro país se realizó antes de existir REDMO, el 15 de septiembre de 1988 en el Hospital Clínic de Barcelona. El primer TPH de donante no emparentado realizado a través de REDMO se efectuó en el mismo hospital el 15 de enero de 1992 y la primera donación de un donante de médula ósea voluntario español se realizó el 16 de septiembre de 1994 en el Hospital de la Princesa para un paciente de Australia. Más de 30 años después se dispone de 81 registros activos que reúnen a más de 35 millones de donantes voluntarios en el mundo.

Diversos trabajos evidencian que, actualmente, cuando se emplean donantes con 9/10 o 10/10 identidades con el receptor (compatibilidad HLA), los resultados del TPH de donante no emparentado son equivalentes a los logrados con un hermano HLA-idéntico17. El año 2008 supuso un hito en este campo ya que, por primera vez en la historia, el número de TPH de donante no emparentado registrados por el EBMT (European Society for Blood and Marrow Transplantation) fue mayor que el de TPH de donante familiar, hecho que marcó la tendencia de los siguientes años, dado que el 75% de los pacientes que requieren de un trasplante no disponen de un/a herman@ o familiar histocompatible.

Sin duda, uno de los progresos más notables en el trasplante de células madre de la sangre fue descubrir que tras una adecuada movilización (mediante la administración de factores de crecimiento o tras quimioterapia intensiva) se producía una salida transitoria pero masiva de progenitores hematopoyéticos desde la médula ósea a la sangre circulante (o periférica), pudiendo ser recolectados mediante técnicas de citoaféresis18. Este método simplificaba el procedimiento clásico, al evitar la anestesia general o epidural, y permitía obtener tantos o más progenitores que una aspiración de médula ósea. Además, se observó que con los progenitores de sangre periférica (PSP) se lograba una recuperación hematopoyética e inmune más rápida que con los de médula ósea19. Es por ello que, hoy en día, el 99% de los TPH autólogos y casi el 80% de los TPH de donante se realizan con PSP.

De forma casi simultánea en el tiempo, se observó que la sangre del cordón umbilical de los recién nacidos, obtenida tras el alumbramiento, era muy rica en progenitores hematopoyéticos muy inmaduros20. La celularidad de estas unidades de sangre de cordón umbilical era suficiente para efectuar un trasplante de células madre de la sangre en niños o adolescentes de bajo peso y su mayor inmadurez permitía realizar los TPH empleando unidades con un grado menor de compatibilidad HLA de lo exigido para un donante no familiar.

En 1988, la Dra. Gluckman realizó el primer trasplante de sangre del cordón umbilical entre hermanos en un paciente con anemia de Fanconi en París. En España, el primer trasplante de sangre del cordón umbilical se efectuó en el Hospital Infantil de la Vall d’Hebron de Barcelona el 12 de julio de 1994.

Imagen de una unidad de sangre de cordón umbilical criopreservada.

Con todo, el principal problema de los TPH de sangre de cordón umbilical sigue siendo la lenta recuperación hematopoyética, y la aún más lenta recuperación inmune, hechos que facilitan el desarrollo de todo tipo de infecciones a corto y largo plazo.

Hace 30 años, el TH era una técnica experimental, aplicada a pacientes con enfermedades avanzadas, sin otras opciones terapéuticas, que eran acondicionados con quimio-radioterapias intensivas para lograr el implante de los progenitores de médula ósea procedentes de un hermano HLA compatible. Los resultados obtenidos eran desalentadores ya que la mayoría de pacientes fallecía por complicaciones intercurrentes o recidiva de la enfermedad. Hoy en día, el TH es el tratamiento de elección, o una de las mejores opciones terapéuticas, en muchas enfermedades neoplásicas o no. Puede llevarse a cabo con progenitores de médula ósea, sangre periférica o sangre de cordón umbilical, obtenidos a partir de donantes familiares o no familiares, administrados tras recibir un tratamiento de acondicionamiento ablativo, de intensidad reducida, o no mieloablativo, con unos resultados que mejoran día a día y con unas perspectivas de futuro cada vez más esperanzadoras. Más información sobre el trasplante y los distintos tipos de acondicionamientos en la Guía del Trasplante de Médula Ósea para Pacientes.

Lee o descarga la ‘Guía de trasplante de células madre de la sangre‘ para pacientes y familiares.

Y a día de hoy, ¿qué?

A día de hoy el trasplante de células madre de la sangre es una terapia plenamente consolidada. Desde 1990, en los hospitales españoles se han realizado más de 61.000 trasplantes de médula ósea, de los cuales, más de 6.500 han sido de células madre procedentes de un donante anónimo localizado por el Registro de Donantes de Médula Ósea de la Fundación Josep Carreras. El REDMO de la Fundación ha hecho posibles más de 10.000 trasplantes para pacientes de todo el mundo gracias a las búsquedas de donantes de médula ósea anónimos voluntarios.

Actualmente, en España, existen más de 70 hospitales que realizan esta técnica, de los cuales 32 están autorizados para realizar trasplantes alogénicos de donante no emparentado, con una actividad anual que alcanza los 500 trasplantes.

Estos centros han sabido, no solo adaptarse a los avances técnicos, sino que, bien individualmente, o bien coordinados alrededor de grupos como GETH, PETHEMA, GELTAMO… , han sido verdaderos motores y líderes mundiales en el desarrollo de esta modalidad terapéutica. Tan sólo a título de ejemplo, mencionar los éxitos logrados con los trasplantes alogénicos de sangre periférica, la selección positiva de progenitores CD34+, los trasplantes de intensidad reducida, el trasplante de sangre de cordón umbilical en niños y en adultos, los trasplantes de sangre de cordón con coinfusión de progenitores haploidénticos, los trasplantes autogénico en enfermedades autoinmunes y de depósito, o los trasplantes haploidénticos.

A pesar de todo ello, todavía son muchos los pacientes que no superan un trasplante de células madre de la sangre debido, principalmente, a complicaciones como infecciones o a la enfermedad del injerto contra el receptor. Por ello, desde muchos centros y, nuestra Fundación en especial desde el Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras, estamos investigando mediante proyectos monográficos sobre trasplante.

A modo de ejemplo, el equipo de investigación liderado por el Dr. Enric Carreras estudia el papel que tienen las células endoteliales en las diversas complicaciones observadas en el transcurso del trasplante de progenitores hematopoyéticos.

Las células que recubren la cara interna de los vasos sanguíneos (las venas, las arterias y los capilares) se denominan endoteliales y forman el órgano más grande del cuerpo humano: el endotelio. Este órgano es el responsable de desencadenar las respuestas fisiológicas y adaptativas de nuestro cuerpo. Las células endoteliales, dependiendo de su ubicación, pueden hacer un montón de tareas diferentes.

La superficie de las células endoteliales está recubierta de receptores que interactúan con otras células y moléculas, esto permite al endotelio adaptarse continuamente al ambiente que le rodea. Hoy, sabemos que el endotelio tiene un papel importante en el desarrollo de muchas enfermedades y, por tanto, hay un gran interés en investigar cómo funciona.

El equipo del doctor Enric Carreras

Leyenda

Brown-Sequard CE, 1891

1 Schretzenmayr A, 1937

2 Osgood y cols, 1939

3 Rasjeck y cols 1939

4 Morrison y Samwick, 1940

5 Quimerismo: El análisis del quimerismo permite hacer el seguimiento de la evolución de un trasplante alogénico de progenitores hematopoyéticos, ya sean de médula ósea, sangre o cordón umbilical. Es el método utilizado para hacer el seguimiento y evaluar el riesgo de recaída de un paciente trasplantado. Se basa en la identificación de un marcador molecular que nos permita diferenciar las células del receptor (presencia de marcador) de las células del donante (ausencia del marcador).

6 Sistema mayor de histocompatibilidad

7 Santos y cols, 1964

8 Storb y cols, 1969

9 Tutschka y cols, 1980

10 Thomas y cols, 1982

11 Lochte y cols, 1962

12 Santos y cols, 1966

13 Powels y cols, 1978

14 Deeg y cols, 1982

15 Reisner y cols, 1981

16 Aversa y cols, 1994

17 Yahoub-Agha y cols, 2006

18 To y cols, 1987; Gianni y cols 1989

19 Kessinger y cols, 1988

20 Broxmeyer y cols, 1989

 

Entrevista a Raquel (@ahora_que_como) y recetas contra la mucositis

Raquel es IMPARABLE contra un linfoma no Hodgkin y, a través de su experiencia, ha querido aprender a conocer cómo la comida te puede ayudar a encontrarte mejor durante el tratamiento.

Hoy nos contará su experiencia personal y cómo quiere ayudar a los demás IMPARABLES a afontar los efectos secundarios de los tratamientos a través de la alimentación.

Hola, mi nombre es Raquel y, como tú, soy un montón de cosas.

Mujer nacida a las puertas de los ‘80. Estudié Ingeniería (técnica industrial química) porque siempre sacaba muy buenas notas y los profes me dijeron que yo tenía que ser ingeniera. En aquella época lo de tener en cuenta las vibraciones era cosa de locos, aunque a mí ya me vibraran las ciencias de la salud. Así que, super responsablemente, me saqué la carrera y estrené el año 2.000 trabajando como Ingeniera. Dicho y hecho.

Me encantaba y me encanta enfrentarme a retos y diseñar soluciones, procesos nuevos con bonitos resultados finales. Para cada problema buscar diez opciones que lo puedan resolver, porque nunca se dan las mismas condiciones y por eso nunca se pueden aplicar las mismas soluciones.

El caso es que trabajaba, viajaba, estudiaba, vivía… todo mucho. Menos observarme. Y un día que paré, agotada, me vi unos bultos enormes. Linfoma Folicular Grado 2 Estadio IV. La primera línea de tratamiento fueron 6 sesiones de RCHOP (anticuerpos + quimioterapia) y 12 sesiones de anticuerpos. Total: 2 años y medio enchufándome cada 21 días a una bomba que me administraba mucha química. Qué paradojas.

Funcionó muy bien y hasta hoy sigo genial. Aunque aprendí de golpe cómo sentaba la alopecia, las náuseas, la mucositis, las diarreas y el bajonazo del cuarto día. Todo un espectáculo. Y eso no lo curaba la quimio. Y, como para mí todo fueron sustos, decidí volver a estudiar mucho, esta vez sí, entorno a la salud y a lo que me vibraba.

Soy Dietista con enfoque Integrativo y formación en Coaching Nutricional (porque no sólo somos lo que comemos) y me “obsesiona” la idea de ayudar a personas que pasarán por lo mismo que yo… esta vez sin sustos. Diseñar soluciones para personas. Mucho más chulo que para cosas.

Raquel, ex-paciente de linfoma folicular.

Hola Raquel, antes de empezar a hablar sobre “La leucemia y la alimentación” me gustaría que nos explicases por qué decidiste estudiar  este tema. ¿Qué te motivó?

Mi marca se llama @ahora_que_como. Sé que el nombre no tiene mucha chispa pero es exactamente lo que me motivó a estudiar esto… “ahora_que_como”

Teníamos visita con mi hematólogo de referencia, íbamos toda la familia a recoger la segunda opinión tras el susto inicial. El doctor nos explicó de forma super amable en qué consistía esta enfermedad onco-hematológica y cómo íbamos a tratarla. A mí se me empezó a nublar un poco la vista y el oído, sólo oía quimio, ensayo, tratamiento duro… Total, que cuando acabó, sólo se me ocurrió preguntarle: “Pero ¿y yo qué hago? ¿puedo comer de todo?” y su respuesta fue simple: “Por supuesto, come lo que te dé la gana”.

Así que la noche antes de la primera sesión cené como una reina. Y no me pude sentir peor. Después de la quimio, y a pesar de toda la medicación preventiva, tuve unas náuseas horribles. Antes de la siguiente sesión se lo expliqué a una de mis enfermeras y me propuso hacer una dieta blanda 3 días antes y 3 días después de cada quimio. Y funcionó. Y pensé que seguramente yo también podía hacer cosas para que el proceso fuera más fácil. Así empezó todo.

 

Mientras eras paciente, imagino que los médicos te dieron algunas pautas sobre lo que NO podías comer. Pero, ¿cómo saber lo que SÍ o lo que era mejor para ti?

Efectivamente, nos explican qué debemos evitar por riesgo de infección. Durante el tratamiento nuestras defensas se quedan muy tocadas y es peligroso exponernos a posibles agentes infecciosos.

Básicamente te dicen que no comas nada crudo y que tengas mucha higiene en la cocina (reglas básicas de seguridad alimentaria). Sin embargo, no recibí ningún otro tipo de recomendación dietética. Nada de alimentos que podrían ir bien para evitar, en lo posible, efectos secundarios desagradables como náuseas, úlceras en la boca, mucositis, diarreas… Y realmente me hubiera resultado imprescindible, sobre todo para no caer en “trampas” que pueden resultar confusas, peligrosas, caras y del todo inservibles.

 

Si tuvieses que escoger un alimento que descubriste durante el tratamiento, ¿cuál sería?

El tomillo. Pienso literalmente que me salvó la vida. En mi caso sufrí una mucositis bastante agresiva y temprana. Era realmente incómoda. Me recetaron colutorios pero me aliviaban muy poco, acabé ingresada por una infección que me llegó al esófago.

En mi familia ya éramos muy de tomar tomillo, pero en el hospital, y a partir de ese ingreso, nos hicimos fanáticos de esta planta medicinal. El tomillo tiene excelentes propiedades antisépticas y, en el hospital, me recomendaron alternar enjuagues de bicarbonato con tomillo. Aquello fue mano de santo y desde entonces tomaba un par de infusiones de tomillo al día.

 

¿Crees que tu experiencia hubiese sido mejor si durante el tratamiento alguien te hubiese dado los consejos que ahora conoces?

Sin duda. En nuestro país los dietistas nutricionistas están fuera de la Sanidad Pública y considero que es un rol imprescindible para acompañar a cualquier tratamiento médico. Existen psicooncólogos pero no nutrioncólogos. Los efectos secundarios de los tratamientos pueden llegar a ser muy serios y la desnutrición, consecuencia de las náuseas, los vómitos, la anorexia, la disfagia (dificultad para comer), la disgeusia (alteración del sentido del gusto)… es una de las principales causas de morbimortalidad y deterioro de la calidad de vida de una paciente con cáncer. Es imprescindible disponer de este tipo de ayuda para que el tratamiento sea un éxito.

 

Le hemos pedido a Raquel que comparta con nosotros dos recetas (una dulce y otra salada) que podrían ir bien para comer si se tiene mucositis.

 

RECETA 1: CREMA DE COLIFLOR ENRIQUECIDA

Crema de coliflor enriquecida

INGREDIENTES.

– 1 coliflor pequeña

– 1 cebolla tierna

– 1 patata

– 2 huevos

– Aceite de oliva virgen extra (AOVE)

– Almendras

 

RECETA

1. Ponemos en una olla la coliflor pequeña, la cebolla tierna y la patata pelada, todo troceado para que se cueza en unos 15 minutos.

2. Mientras tanto, ponemos agua a hervir en un cazo con un chorrito de vinagre y cascamos 2 huevos. A los 3 minutos retiramos con una espumadera para no llevarnos mucha agua.

3. Una vez cocidas las verduras, trituramos añadiendo un puñado de almendras marconas, los huevos escalfados, 2 cucharadas de AOVE y el agua de la cocción hasta que consigamos la textura de crema que más nos guste. Corregimos el sabor con un poquito de sal.

4. Guarda la crema en la nevera y consúmela el día siguiente o unas horas después, cuando se haya enfriado o templado.

 

BENEFICIOS

El aporte de proteínas durante los tratamientos onco-hematológicos es imprescindible para mantener la masa magra y, con ello, un buen estado nutricional. Esta crema estará enriquecida con un huevo escaldado, proteínas completas y fácilmente aprovechables por nuestro organismo. 

Las almendras, como cualquier otro fruto seco, son otro plus de proteínas de calidad, además de ser una fuente importante de calcio y de grasas saludables.

La patata es el tubérculo al que se le ha cogido un poco de manía, pero nada más lejos de la realidad. Lo que nos aporta la patata es una maravilla, aunque dependerá de su método de preparación. No es lo mismo freír una patata que cocerla y consumirla una vez se ha enfriado en la nevera. Nosotros la vamos a consumir una vez refrigerada para aprovecharnos, no sólo de la energía que nos aporta, si no de la fibra en forma de almidón resistente que tanto gusta a nuestra microbiota intestinal.

El aceite de oliva virgen extra (AOVE) aporta la grasa más saludable que podemos encontrar.

Los triturados facilitan mucho la masticación, imprescindible cuando hay mucositis.

La tomaremos un día o unas horas después de haberla preparado para aprovechar el almidón resistente de la patata que nos beneficiará mucho a la hora de cuidar nuestra mucosa y también porque podremos adaptar la temperatura a nuestra situación concreta con la mucositis (más fría o más templadita).

 

RECETA 2: HELADO DE PLÁTANO

Helado de plátano

INGREDIENTES

– Plátano

– Crema de cacahuete

– Cacao puro

– Canela de Ceilán

RECETA

1. Cuando veamos que los plátanos se van poniendo muy maduros, los pelamos, los partimos en trozos pequeños y los metemos en una fiambrera en el congelador. Esa es la base de nuestro helado.

2. Bola 1: Trituramos un puñado de plátano helado con 1 cucharada de crema de cacahuete y 1/2 cucharadita de canela de Ceilán.

3. Bola 2: Trituramos un puñado de plátano helado con 1 cucharada de cacao puro en polvo.

* Si ves que te cuesta triturar el plátano puedes esperar un rato o añadir un poco de bebida de avena, pero sólo si tienes dificultades para triturarlo.

* Puedes añadir hojas de menta muy bien lavadas o arándanos o pistachos triturados para añadir textura y sabor al helado.

BENEFICIOS

El plátano es la base de este helado. Es una fruta “harinosa” que sola o mezclada con bebida de avena nos ayuda a mejorar las irritaciones y quemazones del tubo digestivo durante los procesos de quimio.

La crema de cacahuete es un plus de proteína y grasa interesante. OJO, cuando la compres asegúrate que sólo lleva cacahuetes y como mucho una pizca de sal. Y si te animas la puedes hacer en casa: sólo hay que tostar ligeramente unos cacahuetes crudos y triturarlos muy bien hasta que salga su aceitito.

El cacao puro y la canela de Ceilán nos aportan sabor, minerales y antioxidantes.

 

Vuelve a ver el directo que hicimos con Raquel, donde preparamos el helado de plátano. Contenido apadrinado por Camilo de Blas.

Entrevista a Elena Roura, directora científica de la Fundación Alícia

“En la Fundación Alicia investigamos productos y procesos, innovamos para fomentar unos hábitos alimentarios saludables y mejorar la alimentación de las personas con especial atención a las que tienen alguna restricción o enfermedad”.

Elena Roura es graduada en Nutrición Humana y Dietética, y en Ciencia y Tecnología de los Alimentos. Doctora por la Universidad de Barcelona en el Departamento de Nutrición y Bromatología de la Facultad de Farmacia. Ha trabajado como investigadora en el campo de los antioxidantes naturales de los alimentos. Ha sido dietista en diferentes hospitales y profesora asociada de la asignatura de nutrición en el grado de enfermería del campus Bellvitge (UB). Desde 2005 trabaja en la Fundación Alícia donde actualmente es la Directora Científica.

 

El nombre de la Fundación, Alíciaes la suma de Ali-mentación y cien-cia, y se define como un centro de investigación en cocina. ¿En qué se basa esta investigación?

Alicia, es una fundación privada sin ánimo de lucro creada en 2003 ubicada en Món Sant Benet, y actualmente forma parte del paraguas de varias entidades sociales que acoge la Fundación Catalunya la Pedrera.

Alicia (Ali-mentación y Cien-cia; Alimentation and Science) es el primer centro de investigación, desarrollo e innovación en cocina integrado por un pequeño equipo multidisciplinar de científicos de diferentes especialidades, tales como nutricionistas, biólogos, tecnólogos de los alimentos, químicos, ingenieros agrónomos o antropólogos y especialistas en cultura alimentaria que trabajan de la mano de gastrónomos y cocineros creativos. Juntos construimos conocimiento culinario riguroso desarrollando soluciones para ayudar a las personas a manejar su alimentación. La interdisciplinariedad, o incluso el enfoque transdisciplinar, garantiza una visión holística de la alimentación que se aplica para desarrollar propuestas específicas al tiempo prácticas.

En la Fundación Alicia investigamos productos y procesos, innovamos para fomentar unos hábitos alimentarios saludables y mejorar la alimentación de las personas con especial atención a las que tienen alguna restricción o enfermedad; además, valorizamos el patrimonio alimentario y gastronómico de los territorios para apoyar a los productores locales, desarrollando proyectos que promueven la sostenibilidad.

En la Fundación Alicia se trabaja para que todo el mundo coma mejor. Todo el mundo quiere decir cada uno, porque cada persona tiene diferentes condicionantes en cada momento, situación y circunstancia de su vida y mejor, que la alimentación debe ser más sana, sostenible y buena.

En Alicia trabajamos en proyectos de carácter social para hacer que este conocimiento aplicable y práctico llegue a los usuarios para mejorar su alimentación y calidad de vida a través de la cocina.

Desde sus inicios hasta hoy en día, ¿qué proyectos que habéis desarrollado destacarías especialmente?

Es difícil destacar solo unos pocos ya que son muchos y muy variados.

Por ejemplo, muchos productos de la industria alimentaria que coméis han sido diseñados o reformulados por Alícia. Las empresas -des de multinacionales a artesanos alimentarios o productores locales- nos vienen a buscar para que ideemos, desarrollemos o reformulemos productos para hacerlos más sanos, sostenibles y apetitosos.

También hemos realizado infinidad de proyectos de soporte a las administraciones en la preservación de la biodiversidad local y a la  valorización de los productos locales, sus productores y el patrimonio agroalimentario. El Benvingutsapages es una iniciativa para que se abran las explotaciones ganaderas, agrícolas, etc. durante un fin de semana y la gente conozca su trabajo, sus productos…

También destacaría proyectos de patrimonio gastronómico histórico o arqueológico como los libros del restaurante 7 Portes de Barcelona.

Sobre los proyectos para dar respuestas culinarias a diferentes situaciones destacaría,  el proyecto Diabetesalacarta dedicado a la alimentación de las personas con diabetes tipos 2,  el proyectoComer durante el tratamiento del cáncercon ya 7 guías publicadas, los proyectos destinados a mejorar la alimentación de las personas que necesitan modificar la textura de los alimentos para poder comer como en el caso de la disfagia, toda nuestra investigación sobre el envejecimiento saludable o los proyectos para dar respuesta a enfermedades minoritarias, como es nuestro último trabajo KetoAlicia mix, para ayudar a las familias con niños afectados de Glut-1 u otras situaciones con una dieta cetogénica prescrita muy estricta .

Y en la promoción de una alimentación saludable destacaría el programa TAS un programa de promoción de alimentación saludable y actividad física para adolescentes, en el que enseñamos a cocinar a los jóvenes como herramienta para comer mejor y que con el patrocinio de la International Mondelez Foundation realizamos talleres en escuelas de todas las CCAA de España y ahora todo el material y metodología está a disposición de todas las escuelas de secundaria que lo soliciten de manera totalmente libre y gratuita, también los miles de talleres que realizamos en la sede de la Fundación en Món St. Benet para escolares de 3 a 18 años, la colaboración con el portal FAROS del Hospital de Sant Joan de Déu y diversos proyectos con escuelas y empresas de colectividades.

Uno de los puntos clave que comentabas es que trabajáis para encontrar soluciones culinarias a las necesidades alimentarias de las personas afectadas por trastornos de salud y para asesorar al personal sanitario y cuidadores, y colaborar con ellos. ¿Cómo trabajáis para poder ofrecer estas soluciones?

Trabajamos de la mano de los hospitales y centros de referencia en cada una de las situaciones que trabajamos y también teniendo en cuente siempre al paciente y/o los cuidadores. Por ejemplo, el proyecto Comer durante el tratamiento del cáncer es una iniciativa de la Fundación Alícia y para llevarla a cabo con todo el rigor que el tema requiere se contactó con el Instituto Catalán de Oncología (ICO). Y des de entonces las guías se han desarrollado con la colaboración de la Unidad Funcional de Nutrición Clínica del ICO Hospitalet.

¿Qué enfermedades habéis estudiado hasta ahora?

Muchísimas. Las de más prevalencia por supuesto, pero también otras que afectan a un menor número de personas pero que conllevan grandes dificultadas a la hora de comer y en las que la alimentación es parte esencial de su tratamiento.

Hemos trabajado enfermedades cardiovasculares, hiperlipemia, hipercolesterolemia, hipertensión, sobrepeso y obesidad, diabetes, cáncer, disfagia, demencia y deterioro cognitivo, desnutrición, alergias e intolerancias, insuficiencia renal crónica, osteoporosis, anemia, síndrome intestino irritable, apnea del sueño, ostomías, artritis, psoriasis, salud ocular, VIH, fibrosis quística, esclerosis lateral amiotrófica y enfermedades minoritarias como fenilcetonuria, Prader- Willi, déficit PDH / GLUT-1 (dieta cetogénica), entre otras.

¿Cómo surge la idea de estudiar una determinada enfermedad? ¿Es algo que os solicitan desde centros hospitalarios o surge como inquietud de la fundación?

La verdad es que ambas posibilidades son correctas. En algunas ocasiones son hospitales, farmacéuticas, asociaciones de pacientes… que contactan con nosotros para desarrollar proyectos sobre una determinada enfermedad o situación. En otras, es la propia fundación quien determina que enfermedad o situación trabajar.

¿A qué conclusiones generales habéis llegado en vuestras investigaciones sobre la alimentación de pacientes con cáncer?

Pues lo primero de todo es que no se puede generalizar, pues la alimentación (en toda su complejidad) puede variar mucho de un tipo de paciente a otro. No se puede hablar de alimentación y cáncer, sino que se debe hablar de alimentación y un tipo de tumor concreto. Pues no tiene nada que ver los problemas a la hora de alimentarse para una persona en tratamiento de un tumor de cabeza y cuello que para uno con cáncer de mama.

Y otra cosa es la dificultad de las personas afectadas en encontrar información sobre alimentación que sea rigurosa y basada en la evidencia.

 ¿Hay puntos en común en el tratamiento alimentario entre las diferentes enfermedades que habéis investigado?

En la mayoría de las situaciones, la base de la alimentación (aunque con pequeños ajustes en cada situación) debe ser una alimentación variada y equilibrada que siga el patrón de dieta mediterránea. Pero en otros, casos, no hay nada en común. Esto son el caso de las enfermedades minoritarias o metabólicas como por ejemplo la fenilcetonuria donde se deben restringir las proteínas o la deficiencia en el trasportador GLUT-1 que conlleva una dieta cetogénica muy estricta donde la base de la alimentación son las grasas, con cantidades mínimas de hidratos de carbono.

En pacientes con cáncer, muchos comparten el hecho que la comida les sabe a “hierro”. ¿Cómo se puede mejorar o mitigar esta sensación desagradable en el paladar?

La modificación del sabor de determinados alimentos se produce por los efectos de la quimioterapia y la radioterapia sobre las papilas gustativas, situadas en la cavidad oral. Los pacientes perciben una disminución del sabor o falta de este en determinadas comidas (hipogeusia/ageusia) o un sabor metálico o amargo (disgeusia). Esta modificación del sabor puede provocar que el paciente rechace ciertos alimentos (principalmente proteicos), limitando así el seguimiento de una alimentación equilibrada y suficiente y, por lo tanto, aumentando el riesgo de deterioro de su estado nutricional.

Algunas de las estrategias recogidas en nuestras guías son: mantener una higiene bucal correcta, lavarse la boca antes de comer con agua de manzanilla o bicarbonato, entre comidas, comer caramelos o chicles sin azúcar, ya que pueden ayudar a evitar el mal sabor de boca, utilizar utensilios de madera para cocinar y cubiertos de plástico para comer y supirmir el alcohol y el tabaco.

A la hora de comer:

  • Escoger fruta ácida (naranja, limón, fresas, kiwi, piña, etc.) para ayudar a hacer desaparecer el sabor metálico.
  • Para eliminar sabores extraños, se puede paladear té (con menta o limón), otras infusiones, zumos de fruta o un trozo frío de naranja, limón, kiwi o piña antes, durante y después de las comidas
  • En el caso de encontrar sabores desagradables al agua, se le pueden añadir unas gotas de limón, diluir el zumo de un limón en un litro de agua o poner cubitos de cítricos dentro del agua.
  • En la mayoría de los casos, el sabor metálico aparece en el momento de comer y aumenta a medida que se consume una misma preparación, por lo tanto, es preferible comer pequeñas cantidades de diferentes preparaciones que platos únicos. Hay que asegurar que el conjunto de todas las preparaciones que conformen una comida garantice que esta es completa y equilibrada. Pero comer en formato tapas puede ser una alternativa, pequeñas cantidades de diferentes preparaciones.
  • En algunas ocasiones los alimentos de origen animal, pueden ser los que provocan sabores desagradables. Así pues, hay que prepararlos de manera que se puedan consumir diariamente:
    • Enmascarar el sabor de los alimentos poco deseables, como la carne o el pescado, macerándolos en zumos cítricos, salsas agridulces o especias no picantes.
    • Preparar/acompañar la carne con ingredientes o condimentos dulces o aromáticos (fruta, fruta desecada, compotas, mermeladas, miel, etc.).
    • Utilizar preparaciones que ayuden a esconder o disimular el sabor de la carne o el pescado, como los pudines, las croquetas, los buñuelos, las empanadas o los canelones…

¿Cómo se puede gestionar la desgana de un paciente durante el tratamiento?

Fijar pequeñas metas a lo largo del día. Aunque no se tenga hambre, se debería intentar comer pequeñas porciones a lo largo del día. No es tan importante la cantidad que se coma en una sola toma, sino la cantidad que se consiga comer a lo largo del día. Por ello hay que plantear pequeños objetivos que se puedan cumplir: comer medio yogur, una galleta o tres almendras.

Otras estrategias serían:

  • Comer a las horas en que más apetezca y aprovechar el momento del día con más hambre para incluir los alimentos más energéticos y nutritivos. Si hace falta, en lugar de tomar las cuatro o cinco comidas habituales, se pueden hacer varias comidas al día en pequeñas cantidades.
  • Asegurar comidas completas. La opción de plato único es válida siempre que estén presentes verduras (crudas o cocidas), farináceos (patata, arroz, pasta, legumbres…) y alimentos proteicos (carne, pescado y huevos u otros alimentos fuente de proteínas.
  • Tener preparaciones de alta densidad nutricional, que en muy poco volumen incluyan una gran cantidad de energía y nutrientes y que sean fáciles de tener preparadas y de comer, como croquetas de pollo o bacalao, que se pueden tener congeladas y freír o calentar al momento, empanadas de carne, atún, verduras, queso, etc. patés nutritivos para untar unas tostadas o sándwiches, cremas y sopas energéticas, que se pueden conservar en la nevera y comer directamente frías o calientes y finalmente preparaciones dulces como postres o para comer entre horas, como flanes, púdines o yogures tipo griego.
  • Tener siempre a la vista alimentos fáciles de comer para ir picando: uvas, plátanos, mandarinas, cerezas, fresas, un bol de palomitas o una bolsa de palitos (blancos, integrales o con semillas), unas galletas, frutos secos (nueces, avellanas, almendras, etc.) o fruta desecada (orejones, ciruelas, pasas y coco), entre otros. Si no apetecen porque son demasiado secos, se pueden combinar con otros alimentos para facilitar su ingesta (por ejemplo incorporar los frutos secos a un yogur o mojar los palitos en queso cremoso). Si estos alimentos se dejan en el campo visual puede que faciliten un consumo más frecuente.
  • Enriquecer los platos o las preparaciones que apetezcan con alimentos de elevado contenido energético y/o proteico para aumentar la densidad nutricional. Por ejemplo, si apetece un yogur, será necesario procurar que este sea lo más nutritivo posible, añadiéndole diferentes ingredientes como leche en polvo, frutos secos molidos, miel o mermelada, que aumentarán el valor nutritivo sin aumentar su volumen. De la misma manera, teniendo en cuenta la preparación (si es dulce o salada, fría o caliente) y el momento (que puede modificar la consistencia final del plato), podemos añadir: • una cucharada de aceite de oliva virgen o huevo duro a una sopa, • fruta, frutos secos, queso, vinagretas con miel o salsas con yogur a una ensalada, • salsas con carne picada, queso, nata o frutos secos a pastas y arroces, • galletas desmenuzadas o cereales en polvo a la leche, • fruta, frutos secos, fruta desecada, leche en polvo, mermelada, miel o compota a los yogures.

La tormenta de citoquinas, la leucemia y el coronavirus

Una de las claves en los casos más graves de coronavirus es una situación médica muy complicada llamada TORMENTA DE CITOQUINAS. Tiene que ver con la inmunidad, la respuesta de nuestro sistema inmunitario. Vamos a intentar explicarlo.

Esto es un poco como el siete y medio. No puedes pasarte ni quedarte corto. Ante una infección, si nuestro sistema inmunitario responde de manera muy pobre, será un problema importante para combatir la infección y no se conseguirá. Pero si el sistema inmune “se pasa”, se produce una inflamación brutal en nuestro organismo. Esta manifestación clínica, muy grave, se denomina “tormenta de citoquinas” o síndrome por liberación de citoquinas”.

Como comentábamos en nuestra campaña Más imparables que nunca, una de las posibles claves para combatir el coronavirus podría pasar por estudiar e investigar cómo se modula, se activa o se controla nuestra respuesta inmunitaria. Por ello, desde el Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras, disponemos de un proyecto único exclusivamente dedicado a este control del sistema inmune, no solo ante los cánceres de la sangre como la leucemia, sino también ante infecciones, especialmente la del COVID-19.

Pero empecemos por el sistema inmune…

¿Qué es el sistema inmune y por qué es tan importante?

El sistema inmunológico es la defensa natural del cuerpo contra las infecciones, como las bacterias y los virus. Cuando el cuerpo está sano, a través de una reacción bien organizada, el organismo ataca y destruye los organismos infecciosos que lo invaden. Estos cuerpos extraños se llaman antígenos.

La inflamación es la respuesta del sistema inmunológico a los antígenos. Como respuesta a la infección o la lesión, diversas clases de glóbulos blancos se transportan por el torrente sanguíneo hasta el lugar de la infección y solicitan más glóbulos blancos. Cuando la amenaza desaparece, la inflamación cede. Por ejemplo, cuando a una persona se le infecta una herida o tiene gripe, la inflamación se usa para matar la bacteria o el virus que invade el cuerpo.

En las personas que gozan de buena salud, el sistema inmunológico puede distinguir entre los tejidos propios del cuerpo y los extraños que lo invaden, tales como virus y bacterias. En algunos tipos de enfermedades autoinmunes, el sistema inmunológico no funciona correctamente y puede destruir tejidos sanos, no diferencia correctamente entre “lo propio” y “lo ajeno”. Y en personas que padecen un cáncer y se someten a terapias intensas como la quimioterapia, su sistema autoinmune queda muy debilitado ya que los fármacos no son selectivos y “matan” tanto a las células cancerígenas como a las sanas.

El sistema inmune está formado por diferentes órganos y procesos que suceden dentro del cuerpo para mantener un equilibrio interno frente a las agresiones externas.

El sistema inmunitario lo componen moléculas de la sangre y de la linfa y células que se encuentran en diferentes tejidos y órganos, principalmente: la médula ósea, el timo, el baz0 y los ganglios linfáticos. En la médula ósea, la “fábrica de la sangre” se generan las células especializadas de nuestro sistema inmune: linfocitos neutrófilos, eosinófilos, basófilos, mastocitos, monocitos, células dendríticas y macrófagos; todas ellas se movilizan a través de la sangre y el sistema linfático hacia los distintos órganos.

Básicamente, podríamos decir que hay dos tipos de respuesta inmunitaria: la innata y la adquirida.

  • La respuesta inmunitaria innata, como lo dice la palabra, es la que “nos viene de serie”, la natural o inespecífica. Los elementos de respuesta innata están presentes prácticamente en todos los seres vivos, incluso los sencillos organismos unicelulares como las bacterias poseen sistemas de enzimas que los protegen contra infecciones virales.

Entre estos mecanismos figuran péptidos antimicrobianos llamados defensinas y citoquinas. Entre todos estos mecanismos, crean un sistema que emite una señal de “peligro” cuando encuentra un agente externo o una célula dañada.

En este vídeo se puede ver un neutrófilo persiguiendo y después fagocitando (“comiéndose”) una bacteria.

  • La respuesta inmunitaria adquirida permite mecanismos de defensa más sofisticados y de más largo plazo. La “unidad celular” de ese sistema es el linfocito, sí el mismo que enferma en la leucemia o en los linfomas. En este tipo de respuesta inmunitaria, el sistema se adapta con el tiempo para reconocer cuerpos extraños específicos de manera más eficaz, generando una memoria inmunitaria. Es la base de las vacunas. Se entrena al cuerpo para luchar contra un elemento extraño concreto que, cuando lo reconozca, lo atacará.

 

Cuando el sistema inmunitario enferma

De forma muy simplista, podríamos decir que, al sistema inmunitario, le pueden ocurrir 3 cosas si no funciona correctamente:

  • que esté menos activo que lo normal. En este caso, lo denominaremos una inmunodeficiencia. Ésta puede ser una enfermedad propiamente (adquirida como en el SIDA, adquirida como en el síndrome de la inmunodeficiencia severa combinada…) o ser una bajada de defensas causada por un tratamiento, por ejemplo, la quimioterapia.¿Por qué los pacientes de leucemia que se tienen que someter a un trasplante de médula ósea están semanas en una cámara de aislamiento? Por esto mismo: por qué no tienen defensas y podrían contagiarse de cualquier agente infeccioso.
  • que no sepa distinguir las células propias del organismo de los cuerpos extraños que lo invaden. En este caso hablaríamos de enfermedad autoinmune ya que el sistema inmunitario ataca al propio cuerpo. Hay muchísimas enfermedades autoinmunes, entre las más “conocidas” podríamos citar la tiroiditis de Hashimoto, la artritis reumatoide, la diabetes mellitus tipo 1 o el lupus eritematoso.
  • que hiperreaccione de forma descontrolada: la tormenta de citoquinas

 

La tormenta de citoquinas y su implicación en los casos graves de COVID19

La tormenta de citoquinas sería una hiperreacción del sistema inmune. Los hematólogos, por desgracia, conocen bien esta condición clínica puesto que es uno de los peligros más importantes en los pacientes que se someten a una inmunoterapia CAR-T. Gracias a la investigación y a la medicina, en estos casos se va manejando el cuadro clínico cada vez mejor.

¿Y qué ocurre en los casos de COVID? Vamos primero a ver qué son las famosas citoquinas.

Se trata de unas proteínas que coordinan la respuesta inmune del cuerpo. Como ves en la imagen, son unas substancias que “sueltan” algunas células, como los macrófagos, o los linfocitos, entre otras.

Citoquinas segregadas por un linfocito. En este caso se llama una linfocina.

Podríamos decir que las citoquinas son las responsables de la comunicación intercelular: hacen que se activen unos receptores concretos en las membranas de las células, se comunican para que las células se diferencien bien, proliferen, crezcan o segreguen anticuerpos.

Una de las cosas más importantes que hacen es regular la inflamación. Unas citoquinas son proinflamatorias (interleucina 1, interleucina 6…) y otras antiinflamatorias.

La tormenta de citoquinas es una reacción desproporcionada y “explosiva” de éstas ante un mensaje externo que ellas entienden como un ataque muy importante, un agente patógeno potencialmente peligroso, como el coronavirus por ejemplo. ¿Qué hacen? Se sobreactivan.

Habitualmente, en una infección “más suave”, las citoquinas dirigen a las células inmunitarias, como los linfocitos T o los macrófagos, al lugar de la infección. Si ven que “la cosa está complicada”, incitan a que estas células produzcan más citoquinas.  Es entonces cuando hay fiebre, dolor de cabeza, etc. Pero todo el sistema se mantiene bajo control. Está equilibrado. Si ven que “la cosa se complica todavía más” la reacción es incontrolable y deriva en un síndrome grave.

Linfocito liberando citoquinas descontroladamente.

No se conoce bien por qué ocurre esta defensa descontrolada del organismo pero esta tormenta de citoquinas o síndrome de liberación de citoquinas causa daños muy importantes en los órganos y, a menudo, la muerte.

Si esta afección se da en los pulmones, los fluidos y las células inmunitarias (como los macrófagos) pueden llegar a acumularse y, en última instancia, obstruir las vías respiratorias, causando una neumonía muy importante con resultado de muerte.

La propia tormenta de citoquinas es la reacción de un sistema inmunitario sano y fuerte. Por ello, actualmente es la principal causa de muerte de las personas jóvenes infectadas por el coronavirus.

Como comentábamos anteriormente, la tormenta de citoquinas es un efecto conocido en pacientes con tratamientos de anticuerpos monoclonales y en pacientes que se someten a inmunoterapias CAR-T. Por ello, los hematólogos e inmunólogos son especialistas que tienen amplia experiencia en este efecto adverso.

Toda la información, experiencia, estudios y conocimiento aglutinados hasta el momento en el ámbito de los cánceres de la sangre y la inmunosupresión y activación del sistema inmunológico de los pacientes es muy útil para la lucha contra el COVID-19.

Por ejemplo, en los casos de síndrome de liberación de citoquinas en un tratamiento de inmunoterapia CAR-T, se emplea con éxito el Tocilizumab (aprobado por la Food and Drug Administration, la Agencia del Medicamento de los Estados Unidos). Se está empezando a probar el uso de este anticuerpo (tocilizumab) actualmente para controlar la neumonía asociada al coronavirus.

Este es un ejemplo de cómo un conocimiento generado en el estudio de enfermedades hematológicas malignas puede contribuir a manejar cuadros clínicos severos de COVID-19 que ponen en riesgo la vida de los pacientes.

Por ello, hemos abierto una nueva línea científica sobre el COVID-19 y la inmunosupresión. Te invitamos a conocerla y a colaborar.

Por tod@s, para tod@s, porque somos IMPARABLES. El tiempo corre y tu ayuda es imprescindible.

¿Nos ayudas?

Investigar durante la crisis del coronavirus

Mientras las calles están vacías, el silencio se impone y vemos pasar las horas lentamente confinados en nuestros hogares, muchos nos preguntaremos cómo está viviendo esta experiencia inédita cada uno de nosotros y cómo puede afectar este parón indeseado en el engranaje social. Son muchas las dudas que surgen al ver como el mundo presuntamente se detiene y se confina.

Pero dentro de cada hogar hay muchas personas que desempeñan sus trabajos con el mismo ahínco y tenacidad que aplicarían estando físicamente en su lugar habitual de trabajo. Por suerte, la investigación científica es uno de estos ejemplos.

Hoy, las instalaciones del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras acogen menos personal, solo investigadores necesarios para mantener las células y otros modelos experimentales vitales, así como ayudar en el combate contra el coronavirus. Un edificio de más de 10.000 m2 dedicados exclusivamente a la investigación de la leucemia y otras enfermedades oncológicas de la sangre está hoy un poco más silencioso.

Actualmente, la mayoría de los investigadores se conectan desde sus casas, acostumbrándose como todos al nuevo concepto imperante del teletrabajo, que antes muchos de nosotros teníamos como ajeno y ahora es nuestra realidad diaria.

Estamos acostumbrados a ver a un científico vestido con su bata blanca en un laboratorio, trabajando en la que llaman poyata (que se podría traducir como estantería o para un cocinero, su cocina) donde acumulan tubitos y maquinaria que no entendemos, pero que sabemos que su manipulación deriva de un profundo conocimiento de la materia. Líquidos, células, observación y experimentación son la base de lo que pensamos que rodea el día a día del investigador.

Y está claro que así es, pero a veces nos olvidamos de que, tras testear y experimentar, un científico debe hacer un trabajo menos atrayente a vista del lector, pero igualmente necesario y valioso. En ciencia se comenta que «no sabemos bien lo que decimos hasta que lo escribimos». Para ello el tiempo, la concentración y la reflexión son palabras clave para su pleno desarrollo.

El doctor Manel Esteller, director del Instituto Josep Carreras, nos explica cómo afecta la crisis sanitaria actual al trabajo diario. «Desde el Instituto continuamos nuestra investigación en unas condiciones distintas. La investigación no se ha detenido: una parte se mantiene como era antes, pero otra ha cambiado para adaptarse a estas circunstancias. Ahora mismo hay mucho más trabajo en análisis de datos biológicos y celulares de leucemias y linfomas para mejorar los diagnósticos y tratamientos actuales. El teletrabajo nos ayuda a acabar y dar forma a los resultados que hemos obtenido en la poyata y también nos sirve para reflexionar sobre los nuevos retos de salud».

Así pues, ante el confinamiento, viene el momento de la pausa para coger aire, concentrarse y dedicarse a la escritura, el arte que asociamos a voces literarias, pero que también forma parte del trabajo de un investigador. El laboratorio permanece vacío, pero en cada casa, el investigador sigue trabajando arduamente para reflejar en lo que llaman un paper (artículo científico) los resultados de su trabajo en laboratorio, de ese ensayo y error constante que permite el avance científico.

Asimismo, cuando el investigador manda su artículo a la revista donde quiere que se publique, hay unos “revisores”, eminencias de ese campo en concreto de investigación, que verifican el texto y piden al investigador comprobaciones sobre lo que ha expuesto para ultimar su validación antes de la publicación oficial.

La coordinación es esencial para el pleno desarrollo de la actividad científica. El Instituto Josep Carreras cuenta con tres campus interconectados (ICO-Germans Trias i Pujol-UAB, Clínic-UB y Sant Pau-UAB) y más de 34 grupos de investigación.

Para poder desarrollar de forma eficiente el trabajo, Esteller comenta que en el Instituto existen distintas comisiones de trabajo: la de seguridad y prevención laboral, la de igualdad, los comités de dirección, de manejos de los proyectos y transferencia tecnológica, de recursos humanos…además de los encuentros de cada laboratorio. «Cada jefe de un grupo de investigación está coordinado con su personal de investigación y cada grupo está en contacto directo conmigo a través de los diferentes canales de comunicación existentes. De este modo, la actividad del Instituto se está manteniendo a un nivel muy aceptable teniendo en cuenta las condiciones actuales».

El doctor Francesc Solé, coordinador del campus ICO- Germans Trias i Pujol del Instituto Josep Carreras, confirma las palabras de Esteller y añade «nuestro grupo de estudio de los síndromes mielodisplásicos está ahora revisando un artículo que deseamos sea publicado en una revista muy importante de hematología. Ahora es momento de hacer mucho trabajo delante del ordenador. También estamos involucrados en un proyecto europeo y, periódicamente, hacemos teleconferencias para ir avanzando. Por suerte este proyecto se basa en el análisis de muchas muestras de pacientes, lo que llamamos big data, y para ello solo se precisan bioinformáticos que puedan analizar esta información. En resumen, no paramos de trabajar, hemos cambiado el laboratorio, el centro de investigación por nuestras casas, teleconferencias, llamadas telefónicas y reuniones no presenciales».

El doctor Solé es también el coordinador del banco de muestras de pacientes afectos de leucemia, y desde su casa coordina que cuando llega una muestra, ésta sea procesada y se guarde en los congeladores para ser usada más adelante en un proyecto de investigación.

El doctor Francesc Solé

En paralelo, el doctor Pablo Menéndez, coordinador del Campus Clínic-UB del Instituto Josep Carreras, informa que el acceso al laboratorio (ubicado en la Facultad de Medicina de la Universitat de Barcelona) está cerrado. «Tenemos permiso para poder controlar células en cultivo, pero muy puntual. Hemos ofrecido al hospital el material que utilizamos normalmente en laboratorio: guantes, mascarillas, batas, patucos, al igual que han hecho los compañeros de los otros campus. Trabajamos desde casa en becas europeas que tienen unos plazos de entrega que cumplir, publicaciones que requieren tiempo y dedicación para escribir y ahora vemos que éste es el momento ideal para hacerlo. Esta situación que vivimos nos tiene que servir para pensar, reflexionar y poner el orden que el día a día a veces no nos permite».

El doctor Pablo Menéndez

El Instituto Josep Carreras dispone además de unas plataformas tecnológicas que utilizan tanto los equipos del mismo Instituto como aquellos externos que lo puedan precisar para sus investigaciones. El doctor Solé añade «queremos que estas plataformas estén acreditadas según la normativa ISO y un paso muy importante es preparar lo que se denomina PNT (Procedimientos Normalizados de Trabajo) que sería como escribir la receta de cocina muy detallada, primer paso fundamental para luego poder ser acreditados. Y estos momentos de confinamiento son perfectos para poder trabajar en estos procedimientos».

Todos los investigadores saben que, tras este confinamiento, el mundo seguirá adelante. Volverán las prisas, los deadline, los congresos, las ponencias. La poyata del laboratorio se llenará de nuevo de muestras para estudiar.

Esteller está seguro de que con esta crisis aprenderemos muchas cosas como son valorar el teletrabajo o darnos cuenta de que la coordinación no presencial también nos permite hacer mucho trabajo, pero como remarca «lo más importante es darnos cuenta de que la investigación es la clave. Sin ella, no solo no curaremos todas las leucemias y linfomas, que es el objetivo de nuestro Instituto, sino que otros retos de salud tan urgentes como la infección por el COVID-19 no serán asumibles».

La investigación científica puede tener varias caras, procesos y maneras de trabajar, pero persigue un único objetivo: la curación de la enfermedad.