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Javier

Testimonios imparables

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Testimonios de lucha y superación de grandes y pequeños Imparables contra la leucemia, el linfoma, el mieloma múltiple…

Javier

Testimonio donante

Hola me llamo Javier, tengo 37 años y vivo en Palma de Mallorca.

Cuando me comentaron la posibilidad de escribir sobre mi experiencia en la donación no dudé en decir que sí y espero que mis palabras sirvan de aliento para aquellas personas que tengan interés o dudas sobre la donación.

Mi motivación inicial fue mi pareja. Un día me comento que por qué no me hacía donante de sangre y de médula y mi respuesta fue: “es que yo a esas cosas les tengo un poco de respeto”. La verdad es que tenía un miedo irracional a las agujas, no sé si por la enorme suerte de haber gozado siempre de muy buena salud y de no haber visitado -salvo contadas excepciones- a un médico. Durante unos días pensé que había esquivado la pregunta de mi pareja y había salido airoso de esa “incómoda” pregunta que me había hecho.

A los pocos días me volvió a preguntar sobre el tema, me preguntó y, más concretamente, me dijo que si no lo hacía por mi miedo a las agujas. En ese momento no tuve más remedio que decirle que sí, que era por miedo. A partir de ese momento la idea me estuvo rondando por la cabeza durante unas semanas. Se me venían a la cabeza cantidad de justificaciones a favor de mantener mi negativa y sobre todo lo contrario.

En el trabajo, cada cierto tiempo, suele venir un autobús para que la gente que quiere donar sangre pueda hacerlo de una manera más cómoda. Durante unos meses vi cómo compañeros de trabajo bajaban a donar sangre y cuando volvían después de un rato la gente les preguntaba. Me sorprendía las diferentes respuestas y la normalidad con la que respondían los donantes.

Un día me decidí y me hice donante de sangre. La verdad que para mí fue un día que estuve muy nervioso, pero todo al final fue mucho mejor de lo que esperaba. Me pincharon para sacarme sangre y sorprendentemente para mí fue una experiencia totalmente distinta a lo que recordaba o tenía en mi cabeza sobre lo que era una extracción de sangre. Casi no me enteré del pinchazo y al terminar pensé que si era siempre así entonces estaba controlado.

Durante un tiempo estuve donando sangre y la verdad que me sentía genial haciéndolo. Un día por la mañana no sé por qué motivo se me vino a la cabeza aquello que me comentó mi novia de la donación de medula ósea. Después de una de las donaciones de sangre, pregunté ya solamente por pura curiosidad qué era exactamente y en qué consistía la donación de medula ósea. Me informaron muy bien y me aconsejaron también entrar en la página web de la Fundación Josep Carreras donde podría ver también un video explicativo e información detallada sobre todo el proceso.

Después de informarme en el Banco de Tejidos y Órganos y ver la web de la Fundación buscando información sobre el tema es cuando llegué al punto en que por mi cabeza volvieron a pasar miles de ideas y justificaciones a favor y en contra de dar el paso y hacerme donante de médula.

Finalmente, me decidí a dar el paso y hacerme donante. El motivo principal fue que un día por la noche no podía dormir pensando en el tema: pensaba sobre la extracción de médula cuando no es por sangre periférica y el miedo que me daba. Después de unas horas dando vueltas en la cama pensé que estaba teniendo miedo y en ese momento quizá había una persona que estaría también sin dormir, aterrorizada porque pasan los días y el donante no aparece.

En ese momento lo que pensé es que no era justo. Somos humanos y lo que nos hace humanos es ponernos en la situación del otro y empatizar. Entonces decidí que lo tenía que hacer.

Pocas veces con tan poco se puede lograr tanto, es casi como un milagro de la ciencia si se piensa detenidamente. Se ayuda a la persona que lo necesita y también se ayuda de alguna manera a la familia y amigos de esa persona ¿verdad?

Puede que el donar en algún momento pueda dar miedo, pero me ponía en el lugar de la persona que lo necesita y no me puedo imaginar el miedo que podría tener cuando pregunta y le dicen que no encuentran una persona que sea compatible con él o ella y pasan los días y no se encuentra esa persona.  

Por este motivo cuando me llamaron y me dijeron que era compatible con una persona se me abrieron los ojos de par en par, me dijeron que la donación sería por sangre periférica e inmediatamente dije que adelante sin ningún tipo de reserva.

Solamente podía pensar en la persona que estaría desesperadamente esperando al médico que le dijese que había una posibilidad y lo contenta que se pondría tanto ella como todas las personas que la quieren que finalmente hay un donante y hay la posibilidad de que le cambie la vida para siempre.

Me hicieron las pruebas de reconfirmación de compatibilidad y, en mi caso, fue excepcional porque las venas de mis brazos no eran lo suficientemente buenas y me tuvieron que poner un catéter femoral.

El día de la donación fue todo muy bien, la parte del catéter es la que más nervioso me ponía. Cuando llegué, lo primero que me hicieron es bajarme a la unidad de hemodiálisis para la colocación del catéter.

Estaba muy nervioso y se lo dije a la enfermera y a la doctora. Tengo que darles las gracias porque las dos fueron super cariñosas conmigo. El catéter me lo pusieron super rápido, la doctora me puso anestesia local y prácticamente en un par de minutos ya estaba colocado, ¡un diez para la doctora y la enfermera!

Acto seguido, me subieron en camilla a la unidad de aféresis. Allí estaba la doctora y las enfermeras que me habían hecho las pruebas de reconfirmación de compatibilidad. Me explicaron cómo iba a ser todo el proceso y empezó en unos pocos minutos.

No me acuerdo cuanto tiempo realmente estuve enchufado a la máquina, creo que sobre unas 3 o 4 horas. Como estaba enchufado por el catéter, tenía los brazos libres y la verdad es que estuve muy bien, durmiendo un rato y otro rato viendo una serie con la tablet.

Las enfermeras pasaban cada poco tiempo para preguntarme qué tal me encontraba y para verificar que todo estaba marchando bien. Estuvieron muy atentas y amables y hasta me trajeron unos zumos y galletas porque les comenté que tenía un poco de hambre. Otro diez para todo ellos, la verdad.

Cuando la máquina terminó de sacar las células, se aseguraron de que todo era correcto y en mi caso, como era por catéter femoral, tenía que esperar un tiempo de control por seguridad antes de quitármelo. Pasado ese tiempo me bajaron a la unidad de hemodiálisis y me quitaron sin ninguna molestia el catéter

Después de todo este relato de mi experiencia de ese día y de las motivaciones que me llevaron a hacerlo, quisiera dar las gracias a Bárbara que fue la persona que me animó a vencer mis miedos y que me animó al principio para que todo esto haya sido posible.

También quiero dar gracias a todo el personal del Banco de Tejidos y Órganos de Palma de Mallorca, del departamento de aféresis y hemodiálisis del Hospital de Son Espases y a la Fundación Josep Carreras que han estado en contacto conmigo desde el principio hasta el final.

Me gustaría añadir que cuando a una persona le preguntan qué es lo más importante que ha hecho en la vida casi siempre, si tiene hijos, suele contestar que lo más importante es haberles dado la vida.

Creo que dar vida puede ser lo más importante que una persona puede hacer. Hay médicos, policías, bomberos etc. que dan su vida por salvar la de otros. Yo soy una persona muy normal con un trabajo normal y, con un pequeño gesto, también he podido salvar una vida.

Tú puede que tengas dudas o un poco de miedo como lo tenía yo, pero piensa y ponte en el lugar de la persona que lo necesita y comprenderás el motivo por lo que lo he hecho yo.

Anímate, da el paso y da vida.

Javier  

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