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Jose

Testimonios imparables

¡Nuestros Imparables son nuestra razón de ser!

Testimonios de lucha y superación de grandes y pequeños Imparables contra la leucemia, el linfoma, el mieloma múltiple…

Jose

Testimonio donante

Me llamo Jose y tengo 34 años.

En el mundo en el que vivimos creo que todos conocemos (al menos de lejos) esta maldita enfermedad. Cuando una enfermedad no nos toca ni en primera persona, ni a los que están cerca nuestro, es complicado empatizar.

Trabajo en el Ejército del Aire y aunque las vacunas aquí están a la orden del día nunca me planteé la donación de médula ósea y creo que en gran parte era por miedo y desconocimiento.

Nunca hasta que llegó Pablo Ráez.

A raíz de su labor fue cuando aparté mis excusas y mi vagancia y decidí ir al centro de referencia de mi comunidad para inscribirme como donante de médula.

La verdad es que cuando me informé acerca de los métodos de donación y posibles efectos secundarios me tranquilicé muchísimo. Nada es como se cree a pie de calle y comprendes que con muy poco puedes lograr mucho. Así que pasé a la acción y, con ello, a formar parte de este fantástico registro.

Una vez apuntado pasó el tiempo y, aunque era consciente de que las posibilidades de compatibilidad con un receptor eran remotas (1 entre 4.000), no hizo que me quitase de encima la sensación de sentirme mejor persona.

Creo que nunca olvidaré esa mañana en el trabajo. Sé que es muy osado decirlo, pero presentí de dónde venía la llamada. Con los nervios de punta al descolgar ni apunté los datos que la enfermera al otro lado del teléfono me iba indicando para que acudiese a confirmar la compatibilidad.

La prueba de compatibilidad consiste en una extracción de tres pequeños tubitos de sangre que analizarán para corroborar que eres la persona idónea para el paciente. Y en esa ocasión resultó que sí era el donante ideal para ese paciente.

Me citaron en el hospital donde me hicieron una placa de tórax, un electrocardiograma y me volvieron a hacer más análisis de sangre. Me volvieron a explicar los dos métodos de donación y a confirmarme que el elegido para mi donación sería el de aféresis.

La verdad en ningún momento me planteé abandonar el proceso ya que, como cabe imaginar a estas alturas, eso supondría con total seguridad la muerte del paciente.

Decidí ponerme en casa las vacunas preparatorias para la aféresis (nunca me había puesto ninguna) y sabiendo que esto podría impresionarme y marearme le dije a mi mujer que, si eso ocurría, que aprovechase para ponerme la vacuna, ¡no habría mejor oportunidad que esa! Nunca hizo falta, la verdad, la aguja de la vacuna apenas se nota por lo que, si alguien tan aprensivo como yo es capaz de hacerlo, no me cabe duda de que cualquiera de vosotros podríais.

Infórmate sobre la donación de médula ósea

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