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Amanda

Testimonios imparables

¡Nuestros Imparables son nuestra razón de ser!

Testimonios de lucha y superación de grandes y pequeños Imparables contra la leucemia, el linfoma, el mieloma múltiple…

Amanda

Testimonio donante

Me gustaría transmitir un mensaje de esperanza y quitar el miedo a todas aquellas personas que rehúyen de una donación por incertidumbre. Donar médula no duele, tampoco es perjudicial para el donante, solo necesitas invertir una pequeña parte de tu tiempo, y a cambio das salud y vida a quien la recibe. Que el desconocimiento jamás nos frene a crear una sociedad más justa y mejor.

La vida cobra sentido cuando la compartimos. Venimos para servir y darnos a los demás, siendo vida y dándola como sería este caso. Vivir en comunidad implica tener una responsabilidad social con el resto de las personas.

Quiero contarte que en este preciso momento hay pacientes a la espera de un trasplante, debatiéndose entre la vida y la muerte, y es posible que la médula ósea que necesitan esté entre los que aún no se han atrevido a dar el paso y registrarse como donantes.

Me llamo Amanda, tengo 25 años y en diciembre de 2020 pude ofrecerle la oportunidad de seguir viviendo a una persona anónima.

Todo empezó el 16 de octubre del 2020, cuando recibí un mensaje de la REDMO donde me comunicaban que un paciente precisaba mi donación de médula ósea como último recurso para superar la enfermedad.

Tras ponerme en contacto con ellos, me citaron para realizarme un análisis de sangre. A partir de ese momento debían asegurarse de que mi estado de salud era óptimo y que mi médula fuera compatible con la persona que iba a recibirla. Tres semanas más tarde, me comunicaron que era la donante elegida, y procedieron a programarme tres pruebas más: un electrocardiograma, una radiografía de tórax y una segunda analítica.

Ese mismo día tuve una cita médica, en la que me explicaron de manera detallada todo el procedimiento. El método escogido fue el de la aféresis, por lo que debí pincharme el factor de crecimiento hematopoyético dos veces al día durante cinco días (se trata de una inyección subcutánea), con la finalidad de estimular mi médula ósea y que las células madre de la médula pasaran al torrente sanguíneo para poder proceder con la extracción.

El día de la donación asistí a primera hora de la mañana al hospital, me extrajeron una analítica de sangre para comprobar que el factor de crecimiento había sido efectivo y, posteriormente, comenzó el proceso de donación. A las pocas horas ya me encontraba fuera del hospital.

Como donante, enfermera por vocación en una unidad de oncología pediátrica y como familiar de una persona que en su momento requirió un trasplante, me veo con el deber moral, ciudadano y personal de aportar mi granito de arena para conseguir ampliar la red de donantes.

De esta manera aumentarán las oportunidades de vivir, y pocas cosas hay más importantes que dar vida. Dona médula, SALVA UNA VIDA.

Infórmate sobre la donación de médula ósea

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