¡Hola! Soy Pilar y en 2012 empecé un largo viaje.
Mi viaje inició en mayo de 2012 cuando me diagnosticaron un linfoma no Hodgkin, a partir de esa fecha empecé a vivir muchas cosas. He pasado por punciones, pruebas, quimioterapias las cuales me obligaban a pasar 5 días en el hospital, que desagradables eran… Y todo ello hasta llegar a realizar el trasplante. Antes que nada, comprobaron si mis hermanos eran compatibles conmigo y, en caso de no serlo, me realizarían un autotrasplante.
De entrada, la doctora me había dicho que en unos seis meses seguro que no podría trabajar. La posibilidad de superación, según la doctora, era entre el 50 y el 80%, según ella, alta, pero también había posibilidad de tener una recaída al cabo de unos años. ¡Más claro no me lo pudo explicar! Por cierto, lo agradecí, ¡quería saber a qué me estaba enfrentando!
Sabiendo esto, lo que yo necesitaba era apoyo y ánimo, no todo de golpe, pero si de manera dosificada, ya que iba a pasar una temporada alejada de todo. Recibí visitas de mis seres queridos y ¿sabéis qué? También recibí muchos mails, una recopilación en más de 600 páginas, ¿os lo imagináis? ¡SON MUCHISIMOS!
En 2013, exactamente el 3 de mayo, supe que lo había conseguido (de momento). En ninguna de las pruebas, analíticas, biopsias… había indicio de restos de la enfermedad. ¡Mi alegría fue enorme! Es cierto que, a pesar de la buena noticia, tuve que seguir algunas pautas que me indicaba mi doctora, pero sabía que poco a poco podría volver a hacer vida normal.
Fue un año de muchos cambios y de mucho aprendizaje. La enfermedad me enseñó a valorar la vida.
En 2018 tuve que volver a realizarme un trasplante de médula ósea por una recaída. Esta vez, el donante era mi hermano. El trasplante fracasó por completo y 4 meses más tarde me sometí a otro trasplante.
En 2023 me he sometido a una inmunoterapia CAR-T tras una nueva recaída de mi linfoma. Nunca me he considerado una persona con demasiado sentido del humor, reconozco que el cáncer me lo ha potenciado y, realmente, no tiene nada de divertido. Pero reír y llorar forma parte de la montaña rusa emocional que vives durante la enfermedad”, explica Pilar en su blog (www.abracadesvirtuals.com).
El cáncer me puede llegar a matar, pero no estoy dispuesta a permitirle que mentalmente pueda conmigo, entre otras cosas porque hay vida durante el cáncer y porque a veces la enfermedad te hace valorar lo que realmente vale la pena en la vida y lo que es totalmente secundario. Como dice yo: ¿Y si tengo miedo? Pues lo haremos con miedo.
Pilar