Testimonios imparables

Hola! Soy Pilar, tengo 32. Un mes después de casarme con Thomas, el amor de mi vida, en 2019, me diagnosticaron leucemia aguda. Justo acabábamos de volver de la luna de miel.

Durante las cinco semanas que estuve aislada los cambios físicos fueron constantes y, aunque sentí mucha tristeza después del schock inicial, intenté no perder la sonrisa. Mi marido siempre estuvo a mi lado.

Desde el principio, los médicos nos dijeron que necesitaría un trasplante de médula ósea y gracias a Dios mi única hermana, mi hermana pequeña, es idéntica a mí y pudo ser mi salvavidas. Fue la primera vez que lloramos por fín de alegría.

Durante las 5 semanas de aislamiento mi familia estuvo al pie del cañón y eso fue muy importante para mí. Ellos siempre han estado ahí acompañandamone en todo este duro trance. También algunos amigos íntimos me hacían visitas y eso me ayudaba a pensar en otras cosas. Tengo mucha suerte de tener a tanta gente buena a mi alrededor. Durante el periodod de hospitalización me puse a pintar mandalas y me relajaba un montón, tanto en el hospital como luego en casa. Es una afición que tenía olvidada por falta de tiempo.

La vuelta a casa fue muy rara porque todo está en su sitio pero tu vida ha cambiado y mis días no tenían nada que ver con los de antes. En vez de ir a trabajar, vas al hospital de día. Salir a la calle no tiene la emoción que tenía antes. Poco a poco te vas a costumbrando y, nuevamente gracias a la familia y los amigos, los días se hacen más llevaderos. Gracias a ellos no perdí la sonrisa y las ganas de luchar. Gracias también al equipo de hematología del Hospital la Paz de Madrid que es impresionante. Desde el principio nos trataron con muchísimo cariño todo el equipo, médic@s, enfermer@s, auxiliares, señor@s de la limpieza y los voluntarios de la AECC (gracias especialmente a Javier).