Hola! Soy Sara y a los 18 me diagnosticaron de una leucemia mieloide aguda.
Experimenté de un par de pérdidas de conocimiento y decidí ir a urgencias. Me dijeron que no parecía nada, pero programaron una analítica para asegurarse. Fue a partir de estas analíticas que el 24 de marzo de 2014 me diagnosticaron esta leucemia. Desde ese día estuve aislada y empezaron las punciones y todo el tratamiento de quimioterapia.
Con 18 años lo último que esperas es que te digan que tienes cáncer. Parece que es algo que solo les sucede a los demás, que es imposible que te pueda tocar… En el momento que me dijeron aquella palabra todo se me vino encima. El primer pensamiento que tuve fue: «ya está… me voy a morir, ¡me estoy muriendo!” y el primer sentimiento fue el miedo, que me invadió por completo.
Poco a poco, a medida que pasan los días y los resultados son cada vez más buenos, es ahí entonces cuando cada día te haces más valiente y sacas fuerzas y ganas de luchar de donde sea. Tuve varios ingresos y el 22 de agosto de 2014 me sometieron a un trasplante de médula ósea, esto se pudo llevar a cabo gracias a un donante anónimo.
El trasplante no fue una experiencia muy agradable, experimente muchos sentimientos a la vez que no me hacían sentir bien, pero psicóloga me ayudó a analizarlo y mejorar mi actitud ante la enfermedad.
A los 2 años y medio del trasplante tuve un EICH bastante severo que me afectó la piel, me provocó unas úlceras y una dureza que afecta a mis articulaciones, de manera que me dejó sin movilidad. Pero, gracias a la rehabilitación, he mejorado mucho y después de 8 años, estoy “recuperada”, hago una vida totalmente normal, adaptada a mi silla de ruedas y mis limitaciones.
La leucemia no me lo ha puesto nada fácil, pero tengo muy claro que algún día acabaremos con ella. Agradezco
Con mi historia quiero apoyar y dar ánimos a toda esa gente que está pasando por lo mismo o por algo parecido, hay que ser muy positivo en todo momento.
También quiero agradecer a todos los que me han animado y apoyado en los momentos más duros y difíciles. Gracias a mi familia, a mis amigos, a mi pareja y por supuesto, a todo el equipo hematológico del Hospital del Mar de Barcelona y del Hospital de St. Pau, que cada día hacen una labor con un valor incalculable.
Sara